jueves, 29 de septiembre de 2011

El árbol de la vida y el prejuicio de la narratividad en el cine

Cuando estudiaba tuve la oportunidad de compartir clases y cafetería con un puñado de auténticos fanáticos del cine. Algunos de ellos hoy en día se dedican a ello incluso profesionalmente. Desde el tímido emplazamiento del que sabe lo justo, escuchaba con interés, anotaba títulos, disfrutaba en mi casa del cine... siempre sin traspasar ese umbral que separa a los niños de los hombres, a los aficionados de los que llevan su pasión más allá del mero disfrute.

En los albores del gafapastismo, cuando a ese colectivo se le miraba con desdén y aires de burla, mucho antes de que se convirtiera en tendencia mayoritaria y fagocitaria, mi grupo de gurúes a pequeña escala particular ya se hallaba dividido entre los partidarios de un determinado cine de autor diferente y los que dirimían la cuestión con un: "el cine es un espectáculo y debe servir para divertir". Nunca tomé partido ni por unos y ni por otros.


En el primer año de carrera tuvimos una asignatura que, bajo el nombre, Teoría General de la Imagen, aglutinaba conceptos tan heterogéneos y diversos que iban desde la teoria de la perspectiva hasta nociones del montaje audiovisual no lineal. Nuestro profesor, apodado cariñosamente por nosotros como "Charlton Heston" por su enorme parecido y por estar en boga aquellos años (1999 - 2000) los doblajes de El Informal, en el segundo semestre dedicado al cine un día nos habló del "prejuicio de la narratividad". Como usuarios de la industria audiovisual estamos acostumbrados a que nos cuenten historias, pero el cine, como arte, puede ser mucho más. No lo digo yo, lo decía, a grandes rasgos, él.

En aquella época, aún coleaba el éxito de una película que había dirigido Terrence Malick y que, automáticamente había sido catapultada a la gloria imperecedera de las grandes películas bélicas: La delgada línea roja.


Hace una semana fui al cine. Quería comprobar con mis propios ojos si merecía la pena la expectación generada en torno a la última película de Malick: El árbol de la vida. Fui con varias personas, sospechando que alguna de ellas iba por el reclamo de Brad Pitt y, por tanto, corriendo un alto riesgo de salir desencantadas del cine. Lo que no sabía era hasta qué punto eso iba a generalizarse a prácticamente más de la mitad de la sala.

A estas alturas pocos no habréis oído algo de El árbol de la vida. Una película rara, muy rara, entre otras cosas por la elección del recurso narrativo. No sigue la estructura hilo conductor típica de las historias con su presentación, su nudo y su desenlace (aunque, de algún modo, sí que las tiene). Ni siquiera tiene una estructura tipo "puzzle" en la que te van dando piezas que tú vas situando mentalmente para hacerte una idea del conjunto global de la historia (como en Pulp Fiction, por ejemplo). Tampoco comienza desde el final y termina en el principio en un ingenioso engarce que impide, justamente, cerrar la historia hasta la última escena (como en Memento). No, Malick nos ofrece un mosaico lleno de teselas que hay que ir montando, con mucha paciencia, y en la que, encima, sobran elementos. Hay redundancia que acaba convirtiéndose en ruido (información no relevante) que acaba por confundir al espectador, acostumbrado a que en el mayoría de las películas, en la mayoría de las historias que nos cuentan, todo tiene su razón de ser. Si nos fijamos en el título, un concepto filosófico complejo, quizá podamos entender aún mejor la intención del realizador.


He de confesar que a lo largo del metraje pasé por varias fases. De la atención al estupor, del alivio al tedio, del éxtasis visual a la sensación de que me habían engañado... y esto último fue lo que prevaleció. Pero una vez pensé en quiénes eran los causantes del engaño (el marketing, la elección de los actores, el trailer...) comencé a otorgarle el valor que se merecía. Es una película valiente, atípica, más cercana al concepto de arte que de entretenimiento, con una fotografía asombrosa, con planos más propios de otras parcelas audiovisuales (por ejemplo la publicidad o la fotografía), con un montaje que tiene en cuenta otros géneros literarios como la alegoría o la poesía lírica, con un cojunto de valores universales que llevan, en la parte central de la película, a sentirte identificado con situaciones, personajes... Y es que, como me dijo una de mis amigas a las pocas horas de haber visto la película: "He salido pensando que habíamos visto una puta mierda, pero cuanto más me lo planteo más cosas le encuentro". Ella, como yo, tiene una formación audiovisual. La cuestión no es, pues, si Malick ha hecho una buena o una mala película (y en esos dos ejércitos irreconciliables ha quedado el grueso de los que hemos ido al cine a verla), la cuestión es si debería haberse promocionado y/o estrenado en cines comerciales. A tenor de la recaudación, los productores no tendrán ninguna duda. Allá se las apañe Malick con su siguiente proyecto.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Hoy por ayer

Probablemente una de las elecciones musicales más autobiográficas de los últimos tiempos. Tras un día de dudas, miedos, agobios... hoy Los Piratas:



Feliz fin de semana a todos!!

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Bola de nieve

El efecto bola de nieve es un concepto clave para entender cómo funcionan las redes sociales. Hace unos días hemos tenido oportunidad de asistir a un ejemplo práctico de este fenómeno. El desencadenante, la "filtración" de unas fotos de Scarlett Johansson (todos sabréis a estas alturas a qué fotos me refiero).


La foto corrió como la pólvora. Pero el efecto bola de nieve no consiste solo en reproducir como un altavoz un hecho o suceso. La propia metáfora que ilustra el concepto sugiere un engorde, una adhesión hasta que ésta adquiere proporciones épicas y efectos a veces descontrolados.

En el caso de Scarlett, en general, esta bola de nieve consistió en apoyar de alguna manera las fotos y la figura de la actriz sumando a la instantánea más famosa un sinnúmero de fotografías homenaje que van desde el autorretrato de Berto al fotomontaje con la ministra (saliente) de sanidad.

El resultado: minimización del "escándalo" En este caso, bajo mi punto de vista, la bola de nieve actuó de colchón y no de catalizador promotor de la polémica.

Estas instantáneas y alguna más que van desde conceptos artísticos a poses más procaces las podéis encontrar en scarlettjohanssoning.com.

martes, 20 de septiembre de 2011

Vuelva usted mañana...

Corría el siglo XIX cuando Larra escribía este artículo donde retrataba los vicios del funcionariado español. Desde entonces, quizá influenciado por este escrito, poco o nada ha cambiado la percepción del imaginario colectivo. En un tiempo en el que conseguir un contrato, no digamos ya un contrato de una duración considerable, es un bien demasiado preciado, los puestos de funcionarios representan un codiciado bien, lo que no contribuye a que la imagen de éstos mejore. La envidia, pecado capital patrio, siempre fue mala compañera de méritos ajenos.


El viernes estuve en Segovia. La misión era realizar una serie de gestiones burocráticas para matricularme en un master oficial. Consigna, seguir formándome para ser más competitivo en un campo que me interesa. Así que allí me fuí, con una amiga que ya conocía la ciudad y el campus segoviano, lo que me facilitó muchísimo todo. Tras un paseo por el casco antiguo, acabamos en la secretaría del centro. Nos hicieron sacar número y allí esperamos pacientemente hasta que llegó mi turno (24 personas después de que llegáramos).

Al entrar, una mujer sonriente me recibe. Me pregunta qué quiero, le digo que matricularme, me dice que de qué, le digo que de un master... y así, tras un peloteo rápido de calentamiento comienza el partido. Saca ella pidiéndome documentación, resto sacando varios papeles. Se la envío a la línea pero muy experimentada saca una derecha brutal preguntándome por el nombre del master. "Comunicación social... y no recuerdo qué más". "Comunicación con fines sociales: estrategias y campañas" responde. Dentro. 15 - 0. Comienza con otra batería de preguntas de rigor, fácil, me está probando: "¿Dirección durante el curso? No me sale aquí", "¿Has apuntado las asignaturas?", "¿Has estudiado aquí antes?"... Y así trascurre el intercambio de golpes. Sirvo yo: "Tengo una duda sobre lo de la beca..." "Veme rellenando este sobre" (¿Falta?). Me equivoco al rellenarlo poniendo el segundo apellido junto al primero cuando había otro espacio para tal fin (¿Doble falta?). "Mira, aquí está, este es el tipo de beca que puedes solicitar". Pues no, entró, un ace. Iguales.


Y así trascurrió la matriculación. Preguntando, respondiendo, aguardando cuando le requerían los demás compañeros sobre algún procedimiento o cuando el teléfono sonaba y lo cogía. Tablas. Ya pensaba que tenía que jugármela en el tie-break otro día pues acababa la matriculación sin incidentes, cuando caigo en que no había mirado los originales de las fotocopias que llevé. "¿No te tengo que enseñar los originales?" Le pregunto inocente - falto de agresividad, bola flojita flojita - "No, yo nunca los miro. ¿Para qué? Si engañáis os engañáis vosotros mismos". Bola, set y partido. No pude ni siquiera protestar aunque había cargado 250 km con ellos y en las instrucciones de matriculación ponía bien claro que había que presentarlos. Y es que cuando alguien acaba con una frase de esas que bien podrían haber salido de los labios de cualquiera de tus padres, ese alguien gana, ni ojo de halcón ni leches, no hay más.

Así que de allí salí, maravillado por la gracia y el salero con los que la estresada funcionaria justificó su dejación de funciones, que hay que saber perder. Y es que siempre hay un deje de ese "vuelva usted mañana" que acaba por aparecer cuando menos te lo esperas.

jueves, 15 de septiembre de 2011

¡Adiós Muchachos!

Lo irónico de los sueños es que, en algún momento, deben confrontarse con la realidad. Algunos salen fortalecidos. Otros, se quiebran como una fina lámina de hielo en un charco cuando los primeros rayos de sol iluminan una mañana de invierno. Adiós muchachos, habla de eso, de sueños que no sobreviven a las realidades. Sueños que, por lo complicado de las circunstancias, poco a poco se vuelven intranquilos y pueden acabar en pesadillas.


Cito la contraportada:
"Con la pérdida de las elecciones generales en 1990, el proceso iniciado por la revolución sandinista contra el dictador Somoza en 1979 se detuvo en seco, y con él también se difuminaron los sueños, anhelos y esperanzas de cientos de miles de ciudadanos que participaron en aquel proceso transformador"

Sergio Rodríguez, el escritor e intelectual nicaragüense que llegó a ser vicepresidente del primer gobierno de Daniel Ortega, teje un cajón de sastre de sus recuerdos, desde que se involucra en la resistencia contra Somoz, los primeros años a ciegas de un gobierno adolescente surgido de un proceso revolucionario que trascendió las fronteras del país centroamericano... El resultado es la excelente prosa de Rodríguez que sirve de esqueleto a un conjunto de datos, hechos y opiniones sobre todo el proceso de lucha contra el régimen de Somoza, primeros pasos de la era post-somoza y las disensiones en el propio FSLN que desembocaron en la defenestración del escritor como vicepresidente tras la pérdida de las elecciones en 1990.

Sin pelos en la lengua, con la seguridad que da el hablar en primera persona, en el libro se narran también cuestiones como la política errática de EE.UU. en Centroamérica con los presidentes Carter, Reagan y Bush, el juego de alianzas entre las distintas naciones de la región centroamericana, las victorias, las derrotas, el ascenso y el desencanto ante el fin de la utopía nicaragüense. Un ejercicio crítico consistente en revisar el pasado que resulta ligero, entretenido, interesante y que alberga un espacio para la reflexión sobre la naturaleza contaminante del poder.

Si tenéis oportunidad os invito a que os acerquéis a este ensayo de Sergio Rodríguez.

lunes, 12 de septiembre de 2011

La Pérgola

Hace unos días mi padre me pidió un favor. Quería que echara algunas fotos por Plasencia para luego incluirlas en un calendario que regalarán a los clientes de su empresa. Lo primero que hice fue recomendarle que contratara a un fotógrafo de verdad. Me contestó que no hacía falta, que para eso tenía yo una buena cámara. O bien mi padre sobreestimó mis habilidades como fotógrafo o los calendarios serán tan pequeños que no importa lo mal que salgan las fotos porque no se apreciará mucho la calidad de las mismas. El caso es que aprovechando el atardecer, me fui a con mi cámara a algunos sitios emblemáticos con la esperanza de que saliera algo que luego se pudiera usar. En ese peregrinaje, acabé en "Los patos" como tradicionalmente se conoce al Parque de los Pinos de mi ciudad natal. Allí mi abuelo Paulino nos llevaba a mi hermana y a mí cuando éramos pequeños, a pesar de que, como él decía, "las orugas le causaban urticaria". Con el tiempo he llegado a sospechar que mi abuelo era alérgico a las plantas o animales del lugar, sin saberlo. Allí, en el parque, hay una pérgola en la que, de chico, siempre me gustaba parar para jugar.
Así que allí me dirigí, consciente de que la construcción en sí no es representativa de la ciudad (al menos no para los que no sean de aquí) y eché algunas fotos, entre ellas un "retrato" de la cabeza de lo que siempre me pareció un troll por donde solía salir un chorro tenue pero continuo de agua (el pilar central de la pérgola era una fuente). Aquel troll me fascinaba y horrorizaba a partes iguales. Hoy solo me trasporta a aquellas mañanas de paseo con una bolsa llena de pan duro para dar de comer a las diferente aves que habitan en el parque.
Las incluiré en la selección de fotos, por si el socio de mi padre encargado de supervisar lo del calendario decide incluirla. Quién sabe, lo mismo él también pasó en esa pérgola grandes momentos. Y es que eso de "lugar representativo" varía mucho en función de cada persona. Por ejemplo mientras que para la mayoría de turistas un lugar representativo de Copenhague es el emplazamiento de La Sirenita, supongo que para la mayoría de los que nacieron o se criaron en la capital danesa mucho más representativo puede ser la esquina de la calle donde solían jugar al futbol con dos mochilas y una pelota medio desinflada.

viernes, 9 de septiembre de 2011

De vuelta

Volvemos, con un intenso deseo de actualizar contenido como antes, cada dos o tres días. Volvemos con un vídeo musical, porque es viernes, pero no solo por eso. Volvemos porque estamos en plena época de vueltas: al cole, a la rutina y, en algunos casos, a la incertidumbre. Quizá por eso también he elegido esta canción, regalo de alguien que últimamente me regala muchas sonrisas y comparte confidencias. En cierto modo esta persona también es una vuelta, la vuelta a pasillos recónditos de mi memoria sensorial que hacía tiempo no recorría:



El grupo, Café Tacvba, mexicanos.

De paso, aprovecho para volver a otra sana costumbre, la de las listas musicales en el devaluado por las restricciones de su versión gratuita Spotify: Agosto ¿Y ahora qué?. Para los que no tienen spotify, este es el conjunto de temas:

Fuck you I'm famous - Shooter Jennings
Kiss the devil - Eagles of Death Metal
I might - Wilco
Overstand - The Thievery Corporation
Hits me like a rock - Cansei de ser Sexy
Shiny Soul - Fuel Fandango
Rise up (feat Tom Morello) - Cypress Hill
Let it Beard - Boston Spaceship
(Don't fear) The reaper - Blue öyster club
The pusher - Steppenwolf

Feliz fin de semana a todos