miércoles, 30 de noviembre de 2011

La España que nos deja ZP

Para alivio de algunos e indiferencia de la mayoría, se fue (se está yendo) ZP. El presidente socialista que entró empujado por la esperanza, que pronto quedó taggeado con la etiqueta de sosaina y que lleva más o menos desde que comenzó la crisis económica (en su versión mundial y más concretamente en su versión patria españistaní) azotado por la vitela de "incompetente". Se fue (se está yendo) ZP y en su marcha, por la puerta falsa, con él escapan los últimos ataques airados que con la fórmula "Esta es la España que nos deja ZP" muestran sus más crecidos detractores, esos mismos que hoy se muestran con beatífica sonrisa pose "el tiempo nos dió la razón", esos que abrazan sin ambages el "cambio" que el forúnculo del "mejor presidente de la democracia española" decía representar en esa estrategia política que ni él mismo conoce, más allá de pasar de la línea argumental que dice: "socialistas, caca". Tiempos de cambio, de cambio de amigos que recibir favores, de cambio de manos de coches oficiales, de viraje pseudolaicista a pseudoconfesional, de cambio aparente del discurso (bla, bla, bla, servicios sociales para a ser bla, bla, bla privatización)... En definitiva, de ningún cambio sustancial. Antes mandaba Merkel, ahora seguirá mandando Merkel o los mercados o la camarilla que de verdad manda desde la sombra. Quién tenga cerebro que entienda.


Se fue (se está yendo ZP) y los que somos de izquierda/progresistas/creyentes-en-lo-público y que sabemos desde hace tiempo que el PSOE no es izquierda/progresismo/garantía-de-lo-público hemos visto con tristeza todos los quiero y no puedo de ZP: desde una limpia de RTVE sin llegar a concederle un status independiente real como su homóloga británica, la BBC, hasta la necesaria Ley de Dependencia que a día de hoy sigue sin ni siquiera cumplirse. Desde los deseos iniciales de regular el mercado inmobiliario para acabar con uno de los mayores problemas de los españoles sin luego cambiar un ápice el estado de la cuestión hasta los impulsos por rediseñar la política de Cooperación para el Desarrollo, movido por los vientos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para acabar haciendo lo mismo de siempre: poner la Cooperación al servicio de los intereses políticos y/o comerciales de nuestro país.

Por el camino hemos visto favorecer descaradamente a determinados grupos mediáticos, sonados casos de corrupción que han estallado - regodeándose de los que se afixiaron nada más comenzar este eterno apretarse el cinturón - sin una voluntad política expresa de combatir ese cáncer de nuestra sociedad (endurecimiento de penas, no prescripción de los delitos y, sobre todo, creación de un Tribunal anticorrupción con medios e independencia del poder político, desde luego no conceder indultos) y, por encima de todo lo anterior, los sucesivos recortes sociales presentados como la única solución para salir de la crisis pero que en realidad suponen la única manera de perpetuar un sistema que ha demostrado que no solo es disfuncional si no además perverso en su total perversión. De cuestiones como ecología, política energética, esfuerzos reales por acabar con la impunidad emanada de la Guerra Civil, deseos de reformar la Constitución, la ley electoral, la conveniencia de seguir siendo una monarquía o las políticas educativas ni siquiera hablaré.



Se va ZP y detractores de Bambie, como también se le llamó, y los que estamos apáticos ante todo eso que llaman democracia y no lo es, todos acostumbrados a operar con memoria cortoplacista, olvidamos cómo ganó ZP, justo después de esa ominosa etapa de manipulación descarada de la RTVE, justo después de esa privatización para amiguetes (de colegio) de una de las empresas públicas con más capacidad de crecimiento (Telefónica), justo después de una política antiterrorista que parecía basada en deseos de venganza personal, justo después de una política exterior que vista desde fuera parecía más tendente a grajearse favores personales allende los mares que a defender los legítimos intereses de un conjunto de ciudadanos...

La táctica de resignarse con lo que es "menos malo" nos ha llevado a dónde estamos hoy, lo sé; pero echo la vista atrás y deseo de veras que a medida que pasen los meses no acabemos por extrañar al tal ZP.

lunes, 28 de noviembre de 2011

La Guerra de las Galaxias y la publicidad

Recupero dos anuncios de una campaña que una conocida marca de GPS hizo con personajes de Star Wars. Los vídeos, en inglés, están en este interesante artículo:



También había un anuncio protagonizado por uno de los supervillanos más carismáticos de la historia del cine:



Este tipo de anuncios, que combinan el humor con el uso de iconos de la cultura pop, siempre llaman mi atención. Buena semana a todos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El Derecho al Delirio

Eduardo Galeano, gracias a una compañera del Master que nos lo pasó ayer. Hoy os lo paso a todos vosotros, para que compartáis el delirio de Galeano:



Porque de eso se trata, ¿no? De compartir el delirio hasta hacerlo una realidad.

martes, 15 de noviembre de 2011

De trenes deshumanizados

El jueves pasado dormitaba en el tren, camino a Madrid, como viene siendo habitual cada último jueves desde que comencé el master. De pronto el tren se paró. Quedaban 20 minutos para llegar a Madrid. 30 minutos después el revisor nos dió la noticia. Habíamos arrollado a alguien y había que esperar que llegara la policía judicial. Por lo visto, la persona, un hombre por lo que oí, se había arrojado a las vías justo antes del paso del tren.

Después de conocer la noticia, entre murmullos de desaprobación, escuché de labios de uno de los viajeros su manifiesto enfado porque esa persona hubiera elegido precisamente ese tren sin importarle los pasajeros que había en él. En el mismo comentario creo recordar que hasta sugirió otras vías alternativas de suicidio donde no había perjuicio para los viajeros de ningún medio de transporte público. Irónico. Esta persona se quejaba de la falta de empatía de una persona que acababa de quitarse la vida, es decir, haciendo gala de una manifiesta falta de empatía.

Estamos deshumanizados, cada día más. Si ante un suceso tan trágico y cercano actuamos de esa manera, ¿cómo vamos a extrañarnos de que luego ignoremos otros contextos, otras situaciones lejanas donde también se pierden vidas continuamente? Solo espero que esa persona hallara la paz que, entiendo, no fue capaz de hallar en vida. Quién sabe si quizá en una sociedad más humanizada, menos egoísta e individualista, ese hombre hubiera encontrado una red de apoyo que le suministrara razones suficientes para no recurrir a medidas tan drásticas. Como digo, quién sabe. Quizá el destino final de esa persona era ser la causa de 2 horas de demora del tren que se suponía debió llegar a las 10:50 a Atocha el pasado 10 de Noviembre.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Tengo derecho a...

Os dejo con un vídeo que preparamos los alumnos del master que estoy cursando para conmemorar la firma del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Dadas las circunstancias (falta de tiempo, falta de medios...) quedamos bastante satisfechos. A ver qué os parece:


¿Y vosotros, a qué tenéis derecho?

martes, 8 de noviembre de 2011

Futuro

Tengo miedo al futuro. De verdad, me aterra. No porque piense en un futuro apocalíptico lejano como nos pintaron en Terminator, Doce monos o Hijo de los hombres (por citar tres excelentes películas con ese espacio-tiempo como referencia). Tengo miedo al futuro porque no veo futuro. De verdad, no lo veo. A pesar de los esfuerzos regeneradores que el genuino movimiento posteriormente calificado de "indignados" en ese afán de la maquinaria mediática del sistema por deslegitimarlo mostró allá por mayo, me temo que el impulso inicial o se quedó demasiado corto o puso las miras demasiado a largo plazo. Hace poco leí que el propio movimiento había sometido a asamblea el proceso de toma de decisiones por considerarlo muy lento (es lo que tienen las asambleas, ya lo preconizaban algunos socialistas utópicos estableciendo que para que un sistema de autogestión basado en ese sistema de gobierno funcionara debían de constituirse comunidades más pequeñas). Todavía tiene un margen de reinventarse y no se le puede negar que haya inyectado dosis de esperanza y haya demostrado que, al contrario de lo que muchos decían, la sociedad española sí que es capaz de moverse.

Este movimiento también ha dejado patente que eso que nos enseñaron de que el sistema político recoge los inputs de la sociedad/pueblo/ciudadanía y bla, bla, no es así nunca más. Del grueso de demandas coherente, inteligentes, de sentido común y compartidas por la mayoría de la ciudadanía (restricción de sueldos, de cargos, de coches oficiales, de listas abiertas...), el sistema político no ha recogido ni una. Entiéndase que cuando hablo de "sistema político" hablo de partidos mayoritarios. El 15-M, movimiento de los indignados o como quiera llamársele (yo lo llamaría ciudadanía a secas, porque creo de veras que refleja el sentir de la mayoría, si no en la totalidad de sus demandas sí en buena parte de ellas) hace tiempo debió pasar al siguiente nivel. No lo hizo. En su día expuse precisamente esos temores y se me señaló con el dedo (vamos, en un ámbito reducido como es este blog). A día de hoy todavía no se me ha demostrado lo contrario.


El caso es que tengo miedo, tanto miedo que anteayer ni siquiera encendí el televisor para ver el debate ese que escenificaron la bicefalia partidista, esa que derrocha en propaganda vacía en tiempo de crisis, esa que sigue empeñada en tratarnos como idiotas, esa que atenta contra la razón y pone la puntilla de la deslegitimación del propio sistema negando la palabra a demás fuerzas políticas auspiciada por una ley electoral caduca pensada para una situación, la transición española, que hace años quedó superada (aunque a algunos les duela). Ya en el siglo XIII, Tomás de Aquino dejó enunciado lo siguiente: "si el emperador o el rey infringe el convenio sobre cuya base fue elegido, el pueblo queda liberado del deber de la obediencia". Un siglo después John de Salisbury apostaba por el regicidio si el príncipe se convertía en tirano. Sin llegar a defender el magnicidio, creo que hace tiempo que nuestros políticos cruzaron esa raya que "nos queda liberados del deber de la obediencia".



Pero a 11 días para la elecciones, salvo propuestas de protesta más o menos "revolucionarias" (como esa de propone devolver la propaganda electoral a los partidos), la gente que conozco ni siquiera tiene claro si votar nulo, votar en blanco o no votar para reflejar su descontento (y ya apunto que no tienen mismo valor). Algunos harán como las pasadas elecciones municipales, donde se metieron hasta rodajas de embutido (chorizo) en las papeletas... Me imagino el tremendo cachondeo del que en su casa se cortaba dos rodajitas y las metía en un sobre que luego depositaba en la urna... y ahí acababa la protesta.

11 días y las únicas perspectivas, por mucho que un partido político que se lleva frotando las manos desde el inicio de la crisis viéndose vencedor de estas elecciones hable de cambio, pasan por emigrar. Estos candidatos que se nos presentan no están preparados para hacer que nada cambie. ¡¡Si hasta alguno ha abogado por volver al ladrillo!! Por eso miro a conocidos y allegados que se encontraban en una situación (de desempleo) similar a la mía y que acabaron emigrando y no les va tan mal. Y quizá eso es lo que me da miedo, que la única propuesta plausible que se presente sea la de emigrar, salvo si eres familiar/amigo/conocido de algún dirigente de turno. Esos nunca emigran. Esos nunca tienen problemas para encontrar trabajo, al menos mientras sus "caciques" saquen escaño o silla, en función de la institución.


Tengo miedo al futuro porque lo veo dentro de una maleta y lo malo de irse no es el viaje, ni siquiera los primeros días/meses en el lugar de acogida hasta que te adaptas. Lo peor es la vuelta, porque nunca te encuentras las cosas como las dejaste, porque para ti el tiempo se detiene y te das cuenta mucho después de haber vuelto de que no es así, de que a veces ni siquiera queda el hueco ese que se supone debería haber estado esperándote. Tengo miedo de que, si al final me tengo que marchar, sea para no volver... aunque visto lo visto, no sé qué da más miedo.