jueves, 21 de julio de 2011

Doble sesión con Wim Wenders

Sucedió hace unas semanas, estando en Madrid. Me quedé en casa de mi tío, que es lo más parecido a una biblioteca privada que conozco. La primera noche, ante la falta de alternativas interesantes en la oferta televisiva, buceé por los DVDs de una de las estanterías reservadas a tal efecto. Seleccioné 4 ó 5 películas, entre ellas dos de Wim Wenders. Tras estudiarme la carátula, duración, año de producción y repartos, opté por disfrutar El amigo americano (1977). Dennis Hopper, Bruno Ganz y la voz de Andrés Montes llamando con este apelativo a algún jugador de la NBA (ahora no recuerdo el referente) en la memoria me decantaron por este título.

EL AMIGO AMERICANO


Un fabricante de marcos alemán conoce a un tratante de arte americano en una subasta. A partir de ahí la vida del alemán tomará un giro inesperado que lo llevará a ser tentado para hacer las veces de sicario. Película "rara" a priori (el cine de Wenders no trascurre por los cánones del cine comercial convencional), adaptación de una novela de Patricia Highsmith (El juego de Ripley) con un ritmo sosegado y que ahonda en la psicología de los personajes de forma magistral. Dennis Hopper haciendo de americano histriónico suma muchos puntos.

A pesar de tener la referencia cinematográfica de Wenders, he de reconocer que era la primera película que veía de este director (sin contar con el corto documental que firma en Invisibles). Me gustó mucho, tanto que al día siguiente decidí ver la otra que tenía apartada.

PARÍS TEXAS


París Texas es una coproducción franco alemana rodada en los Estados Unidos y que en la fecha de su estreno, 1984, constituía la película "más comercial" de Wenders en su ya dilatada carrera. La historia comienza cuando cerca de la frontera mexicana en Texas, un hombre que padece de amnesia aparece en mitad del desierto. De pronto se desploma y es llevado a un médico, que descubre que el paciente se llama Travis (Harry Dean Stanton) y lleva desaparecido cuatro años. El hermano de Travis (Dean Stockwell), acude desde Los Ángeles con la intención de llevarlo a casa. Por el camino Travis descubre que su hijo Hunter se crió con su hermano y la esposa de éste, quienes nunca ocultaron que Travis era su padre desaparecido. Cuando Travis se encuentra con Hunter, se inicia un cambio en el protagonista para recuperar a su familia.

La película, envuelta por el tristísimo tema de Ry Cooder que os sonará por haber sido durante años el tema de cabecera de Documentos TV, es entretenida, dramática, cómica y, sobre todo, diferente. La forma de narrar la relación padre e hijo (me recordó la relación entre los protagonistas principales de Kolya) y los cambios que el protagonista, Travis, experimenta a lo largo del film me gustaron sobremanera. El montaje, la fotografía, la interpretación, el guión... son alguno de los méritos que encuentro en esta peli y que la situan por derecho propio entre esos títulos dignos de figurar en la lista de películas que no sonroja recomendar a los amigos cinéfilos.

Tengo ganas de ver alguna película más de Wim Wenders, sobre todo El cielo sobre Berlín (1987) y ¡Tan lejos, tan cerca! (1993), así que lo mismo pronto hago otra doble sesión.

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