miércoles, 27 de julio de 2011

Club de los 27

El sábado por la tarde saltaba la noticia: Amy Winehouse era encontrada muerta en su apartamento de Candem Town. Casi instantáneamente se relacionaba su desaparición con el club de los 27. Medios generalistas, especializados y también usuarios particulares a través de la blogosfera y las redes sociales situaban a la cantante británica dentro de este exclusivo club. En lo que no todos coincidían era en su lista de socios. Algunos obviaban a Brian Jones, el prolífico multi-instrumentista co-fundador de los Rolling Stones; otros, borraban a Robert Johnson, guitarrista de blues y casi casi decano de esta mística sociedad maldita, solo hay que echar un vistazo a su biografía... supongo que esas omisiones se deben a despiste o desconocimiento.


Lo que está claro es que si un artista muerto vende más (ironías del arte), un músico/cantante muerto a los 27 en oscuras circunstancias supone un empujón de ventas que ninguna otra campaña de marketing puede igualar, por muy ingeniosa que ésta sea. Quizá de ahí el gesto enérgico de meter el cadáver de Amy, aún caliente, en la sede del selecto club. Quizá también por lo mismo se han oído voces discordantes, escépticos que pregonan que dos discos, amén de un mayor número de escándalos y adicciones que de conciertos y un potente aparato publicitario detrás - recordemos la anécdota que relata que el manager de Elvis repartía chapas a favor y en contra de Elvis antes de sus conciertos porque, bajo su punto de vista, lo importante es que la gente hablara de su representado, ya fuera bien o mal - no son méritos suficientes para elevar a Amy al elenco de los 27.


A falta de procesos oficiales similares a la canonización, lo indudable es que los próximos días, semanas y puede que hasta meses, Amy Winehouse no cantará mejor ni peor ni sus discos serán más o menos completos. La única circunstancia cambiante será su muerte. El único argumento objetivo para justificar un aumento en la escucha/venta de sus discos será, pues, el deseo de escuchar a alguien ya fallecido (un argumento bastante morboso, dicho sea de paso); aunque también se puede ver como un desesperado gesto de última hora por intentar aprehender algo que ya no está, como cuando cogemos arena en la playa y cerramos con fuerza el puño al notar que ésta se escapa entre los dedos. Escuchamos con ansia su música en un desesperado gesto por hacer inmortal a alguien que ya ha probado con creces su mortalidad.


Kurt Cobain, parafraseando al incombustible Neil Young, reflejó en su nota de suicidio que era mejor quemarse que apagarse lentamente (it's better to burn out than to fade away). Winehouse optó por vivir como una cerilla antes que como una vela, como el propio Cobain, como Johnson, como Jones, como Hendrix, como Morrison, como Joplin... y quizá por ahí se justifique su ingreso en el club, más allá de competiciones ficticias que queramos establecer sobre talentos e influencias entre los ilustres socios del 27.

Quizá sea esto lo que tanto nos atrae de los artistas muertos, que ya jamás podrán decepcionarnos, que no los veremos envejecer ni arrastrarse por los escenarios porque es lo único que saben hacer en esta vida. Esa es la diferencia entre Lennon y McCarty, entre Jones y Jagger, entre Cobain y Grohl. Porque un músico que flirtea con las drogas a los veinte lo percibimos como alguien que pasa por una etapa normal e incluso necesaria. Un artista que a los 45 sigue enganchado se nos presenta como un decrépito fantasma incapaz de desembarazarse de su pasado. Paradójicamente, uno no alcanza la inmortalidad sin haber muerto, y es que el mero hecho de existir nos resulta de una aburrida normalidad.


Para mí Amy Winehouse no es más que tres singles interesantes y una estética capilar que ha causado furor en determinados segmentos de las generaciones más jóvenes, haciendo, dicho sea de paso, un flaco favor a éstas, pero eso es otra historia. Vale que recuperó un género olvidado hacía tiempo para el gran público (habría que ver qué parte de culpa tiene gente como Bublé o Robbie Williams en preparar el camino a Amy). Vale que propició que gente como Adele o Duffy aparecieran. Poco más. El caso es que la Winehouse se ha muerto, tras un martirio autoimpuesto, y público y prensa, ansiosos por decorar panteones, por confeccionar retablos de modernidad, no han tenido ninguna duda a la hora de elevar su nombre a los altares de la música, sin reflexión previa, sin hacer un análisis objetivo de méritos y deméritos para ocupar ese lugar. No seré yo quién retire al nuevo ídolo. Amy Winehouse, D.E.P.

6 comentarios:

asane dijo...

Pues voy yo :) Ni siquiera le doy el beneficio de la duda de tres singles. Para mí, ni uno. Su famosísima Rehab me parece una castaña de canción, con poco ritmo, con una voz que me incomoda y con una letra que no es más que un estudio de márketing hecho para potenciar la imagen de la tipa en cuestión.

No entiendo la importancia que se le está dando a la muerte de esta cantante. Bueno, sí que lo entiendo, pero no acepto que medios como, por ejemplo, RTVE, entren en el juego mercantilista que se ha montado.

Txetun: dijo...

En estos casos el tiempo suele darnos o quitarnos la razón. En cuanto a lo de la importancia, también hemos de tener en cuenta la época del año en que se ha producido el hecho. No hay noticias y las que hay, se minimizan y ocultan (hambruna en el cuerno de África o la manifestación el pasado fin de semana).

Anónimo dijo...

Saludos, pues en mi opinión esta mujer no se merece entrar en ese "selecto club", primero es que ese selecto club está compuesto por drogadictos que se autoinmolaron a causa de sus adicciones, no creo que sea un gesto admirable o que se le deba llamar selecto club ni nada por el estilo, creo que hay excelentes artistas aun vivos, iguales o mejores que cualquiera de los nombrados, pero al no morir, al no ir puestos a los conciertos, o generar algun tipo de controversia pasan sin pena ni gloria por el mundo del faranduleo. Amén que por lo menos la mayoría de ese selecto club no eran un producto del marketing, ya que en su época dicha actividad no tiene el alcance y repercusión que existe ahora con los medios y ellos en realidad si que propusieron una revolución en los campos en los que trabajaron.

Anónimo dijo...

No estoy muy de acuerdo con el señor Asane, para variar, puesto que los grupos que escucha - y yo también, claro- entran en ese juego mercantilista. Además, RTVE como cualquier medio de comunicación, nunca ha huído de este rollo mercantilista. En mi opinión, todo lo contrario.

No conozco mucho de Amy Winehouse, pero me parece que cantaba genial. Poco más puedo decir porque sólo he escuchado la de "Rehab", y me hacía mucha gracia.

Para mí su espíritu polémico y controvertido era lo que le falta al rock de hoy en día. Menos flequillos y menos moda y más actitud y peligrosidad.

Respecto a las noticias que se "tapan" en los medios. De verdad, esto es de vergüenza. Creo que la del cuerno de África (nunca antes había oído esto del cuerno de África hasta hace unos días) no se ha ocultado mucho. De hecho ayer estuve viendo en el informativo a niños famélicos, en los huesos. Directamente lo cambio, porque al parecer la comida no ha llegado por temas burocráticos y no me siento bien contemplando esas imágenes.

En fin, que todo es una mierda, joder!

Izzy

PD: al margen de todo, felices vacaciones para todos :)

emeshing dijo...

Hola Txetun,
Esto del club de los 27 me suena a milonga comercial, pero es una realidad como un templo... es una maldición!!!
A mi sí que me gustaba la música de Amy Winehouse (cuando estaba sobria y entonaba), y me sabe mal que gente con buen potencial musical desperdície su vida con drogas y alcohol...
Que tengáis un buen verano!!!
Emeshing.com

PD: Lo más importante es tener bien amueblada la cabeza, y eso no abunda.

Txetun: dijo...

Emeshing, es normal lo de no tener bien amueblada la cabeza. A menudo son personas jóvenes que de la noche a la mañana se ven sorprendidas por la fama. Pasa con futbolistas, músicos... y ahora con ni-nis y chonis de barrio. Es complicado gestionar bien todas esas cosas. Luego está la presión que surge con el fenómeno: esta gente tiene el cariño de la gente por su talento/dinero y dejan de vivir vidas normales para siempre. A nada que se rodeen de un círculo parásito de amigos más preocupados en sus propias necesidades que en las de la estrella de turno, se produce un cocktail de proporciones épicas.

Un abrazo!!