miércoles, 4 de noviembre de 2009

De les barbes y los imberbes

Aviso: esta entrada pretende ser una miscelánea de esas donde se habla de todo para no hablar de nada. Si tienes mejores cosas que hacer, no pierdas el tiempo leyéndola. En caso de duda, pregunta a tu jefe o compañeros de trabajo

Desde que nací y hasta hace relativamente pocos años, mi padre siempre llevó bigote. Era la moda de finales de los 70 que por Plasencia perduró hasta bien entrado los 90. La pubertad adolescente de los de mi generación estuvo marcada por la perilla. Yo mismo a los 16 lucía una bien maja que me hacía parecer 2 años mayor. Ventajas del desarrollo o inconvenientes del equilibrio hormonal, según se mire. Últimamente lo que se estila, así, a grandes rasgos, son las barbucias. Pero no barbas salvajes como a finales de los sesenta o como las que suele (o solía) gastar mi buen amigo Fer, asturiano de nacimiento y emigrado a Alemania de profesión (con el que tuve el placer, por cierto, de charlar ayer apresuradamente en uno de esos bis a bis que las nuevas tecnologías permiten). Ahora se estilan las barbas de 3 ó 4 días, a lo difunto Duque de Sem peitos não há paraíso (perdonen los palabros, pero es que la junta se ha empeñado en que hablemos portugués). El personaje del Duque murió, sus barbas durarán quién sabe si hasta el 2030. Solo hay que darse un paseo por Toledo, donde abrir una tienda de accesorios de afeitar llevaría automáticamente a la ruina.



Precisamente en Toledo tengo un amigo que desde que hace un año que le conociera siempre había llevado perilla o barba. Era como su símbolo distintivo, como la hebilla del cinturón de Batman, como el "prohibido aparcar fantasmas" del coche de los Cazafantasmas. Pues bien, digo "había llevado" porque, a tenor de unas fotos publicadas recientemente en esa red-social-que-todo-lo-ve llamada Facebook, ya no las lleva. Eso me lleva a pensar automáticamente en ese otro amigo que solo se afeitaba cuando le tocaba (mantener relaciones con) la novia. "Es que si no me afeito, nada de nada, que dice que pincha" solía afirmar. En efecto, finde que veía a la novia, finde que se afeitaba. El resto, barbucias a lo estudiante universitario en plenos exámenes. Y digo que este amigo sólo se afeitaba porque ya vive con la parienta. Debería preguntarle si la convivencia ha influido en su hábitos de afeitado.

Pero no todos los colegas se despojaron de sus barbas PRESUNTAMENTE por entrar en una relación. También me sé de uno que fué perder soltería y ganar vello facial. PRESUNTAMENTE el sujeto alude que lo hizo porque le gusta como le queda. Algunos amiguetes de la acusación defendemos el alegato de que es la churri la que le ha dicho aquello de "no beard, no party". Luego están aquellos que un día les dió por sacar un DNI en el que lucían bigote y, acostumbrados a verles con perilla, asistieron al surgimiento de un clamor popular pidiendo al unísono un recorte que hiciera volver a la vida esos bigotes DNI-de-moda, anacrónicos y desfasados quizá, pero elegantes atributos de dandy vividor. Aunque hayáis renovado el DNI, esos bigotes quedarán en los anales del imaginario colectivo, en la sección "Estilismos de salón trasnochador".

¿Bigote o barba? ¿Perilla o apurado de anuncio? ¿Sombra de tres días o patillas gruesas? Es complejo ser hombre... Y es que se acerca la temporada invernal y uno no sabe qué barba dejarse. ¿Y ahora qué?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por alusiones y en mí defensa diré que fue un pecado de juventud que se prolongó en exceso dado que en mí caso ninguna me dijo "mustache? so,no party!".
Por otra parte, también tuve el look sesentero, melena incluída pero me reportó aún menos satisfacciones y sí en cambio,una retención por parte de la Benemérita ... no era propio de personas decentes ir con esas pintas en un Alfa Romeo y por una carretera más o menos desierta de alta montaña.
Así que en definitiva, ahora llevo perilla para no reflejar la cara de idiota que tengo o la que se me queda cuando veo y leo noticias de la piel de toro.
Y bueno, sigo causando el mismo efecto en las mujeres, lleve bigote, perilla o monóculo.
Para alegría de dos truhanes, cuando renové mí DNI pregunté: Puedo quedarme con el antiguo? y SÍ, lo conservo.

Txetun: dijo...

Celebro lo del DNI. Solo espero que esté en una vitrina resguardado de los elementos (o, en su defecto, dentro de un buzón de correos cuidadosamente arrancado).

Por cierto e insisto, yo no lo calificaría de pecado, más bien de acierto involuntario, como la penicilina. Lástima que no decidiera usted registrarlo como marca definitoria.

Un abrazo!!! :-)