jueves, 18 de agosto de 2011

¿Amigos?

He de reconocer que los hechos de las últimas horas, esos que marcan hoy los Trendic Topics por igual de redes sociales y conversaciones de barra de bar, me producen cierta incomprensión. Será por el hecho de vivirlos desde fuera, que aunque haya mostrado mi opinión aquí y allá, en realidad no me toca de lleno. Hablo de la visita de Ratzinger por las JMJ (los Jumanjis, como ya los llaman por ahí) y el desenlace del último Barça - Madrid que acabó en tangana y copa para el equipo azulgrana, los dos grandes temas que copan las conversaciones de hoy. En realidad más que explayarme sobre los aspectos individuales de ambos, me voy a centrar en las semejanzas, porque, en esencia, los dos espinosos asuntos se pueden reducir a lo mismo.

JMJ y Ratzinger. Más allá de gasto público pese a la situación, cortes de calle, oportunismo del gobierno de Madrid, etc. lo que subyace es el enfrentamiento "unos" vs "otros". En este país, que es aconfesional según la constitución, viven un buen número de católicos (practicantes o no). Salvo situaciones puntuales en las que el debate se encrespa, la convivencia es pacífica. Resulta que viene el Papa y organiza un paripé de tres pares de narices con yo no sé qué objetivos. Se le traen jovencitos, la mayoría de las veces demasiado inmaduros para poder discernir libremente el auténtico significado que entraña adherirse incondicionalmente a una religión, muchos de ellos atraídos más por la experiencia de visitar un país nuevo, de participar en un fausto enorme con chavales de todas las nacionalidades de más o menos su misma edad, y lo llaman "jornadas de la juventud". Pues bien, un evento que durará 3 días y que no debería ir más allá ha significado la movilización masiva de partidarios y detractores que protagonizan todo tipo de enfrentamientos dialécticos y no tan dialécticos, en general en un clima de intolerancia elevado desde ambas partes. Y es que los ultras son ultras, ya abracen la biblia o los principios democráticos de una constitución de compromiso.


La pregunta es ¿qué contribuye a extremar las posturas? ¿que hace que unas jornadas bajo un prisma religioso que, para más inri, propugna en uno de sus preceptos fundamentales que hay que amar al prójimo se convierta en un enfrentamiento visceral? La facultad humana que lleva a resaltar las diferencias mediante el uso y la explotación sistemática de los mecanismos irracionales del ser humano. Convertir al otro en la fuente de todo aquello opuesto a nosotros. La religión tiene mucha experiencia en esto. Sorprende que los que se oponen a ella sigan las mismas pautas. Y así los unos son convertidos en asesinos de niños (ya saben, en España se puede abortar, lo que no quiere decir que todos seamos pro-abortistas) y los otros en defensores de abusadores de niños ( ya saben, los últimos tiempos han surgido casos de pederastas en el seno de la iglesia católica, lo cual no quiere decir que todos los religiosos sean pederastas). ¿Es justa la generalización y demonización del enemigo? Por lo visto, cuando se trata de imponer verdades, matices como la justicia desaparecen.

Que un partido de fútbol, un deporte que se rige por unas leyes no escritas de deportividad, honor, etc. acabe como el rosario de la aurora en una competición que hasta hace 2 ó 3 años parecía no importar a casi nadie en este país porque los dos protagonistas del último envite lo consideraban un trámite menor (que son, en definitiva, los que concentran parece ser casi la totalidad del conjunto de aficionados a este deporte, los ingresos de los derechos televisivos, los titulares de prensa y el único tratamiento de noticias de interés general a cada pequeña anécdota que surge en el entorno de sus jugadores), sorprende.


Que desde una y otra tribuna se alimente el fuego, se minimicen los gestos de los suyos mientras se maximiza el de los otros, se esgriman verdades particulares como universales y se convierta la opinión subjetiva que todo espectador desarrolla ante la mera contemplación de un espectáculo (que es de lo que se trata al fin y al cabo) como dogma de fe, solo puede explicarse por esa radicalización extrema, ese ultraísmo desaforado que desde púlpitos invisibles se alimenta con tampoco sé qué espúreas intenciones. Desde luego no para la grandeza del fútbol.

Laicos/religiosos, merengues/culés, los unos/los otros... Pues ya lo dijo Machado que por tierras de España:

"Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
¿no fue por estos campos el bíblico jardín?:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín. "

Desde luego, pedir tolerancia siendo intolerante, no me importa el bando al que pertenezcas, es, cuanto menos, paradójico. Hacéroslo mirar.

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