martes, 15 de noviembre de 2011

De trenes deshumanizados

El jueves pasado dormitaba en el tren, camino a Madrid, como viene siendo habitual cada último jueves desde que comencé el master. De pronto el tren se paró. Quedaban 20 minutos para llegar a Madrid. 30 minutos después el revisor nos dió la noticia. Habíamos arrollado a alguien y había que esperar que llegara la policía judicial. Por lo visto, la persona, un hombre por lo que oí, se había arrojado a las vías justo antes del paso del tren.

Después de conocer la noticia, entre murmullos de desaprobación, escuché de labios de uno de los viajeros su manifiesto enfado porque esa persona hubiera elegido precisamente ese tren sin importarle los pasajeros que había en él. En el mismo comentario creo recordar que hasta sugirió otras vías alternativas de suicidio donde no había perjuicio para los viajeros de ningún medio de transporte público. Irónico. Esta persona se quejaba de la falta de empatía de una persona que acababa de quitarse la vida, es decir, haciendo gala de una manifiesta falta de empatía.

Estamos deshumanizados, cada día más. Si ante un suceso tan trágico y cercano actuamos de esa manera, ¿cómo vamos a extrañarnos de que luego ignoremos otros contextos, otras situaciones lejanas donde también se pierden vidas continuamente? Solo espero que esa persona hallara la paz que, entiendo, no fue capaz de hallar en vida. Quién sabe si quizá en una sociedad más humanizada, menos egoísta e individualista, ese hombre hubiera encontrado una red de apoyo que le suministrara razones suficientes para no recurrir a medidas tan drásticas. Como digo, quién sabe. Quizá el destino final de esa persona era ser la causa de 2 horas de demora del tren que se suponía debió llegar a las 10:50 a Atocha el pasado 10 de Noviembre.

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