Para alivio de algunos e indiferencia de la mayoría, se fue (se está yendo) ZP. El presidente socialista que entró empujado por la esperanza, que pronto quedó taggeado con la etiqueta de sosaina y que lleva más o menos desde que comenzó la crisis económica (en su versión mundial y más concretamente en su versión patria españistaní) azotado por la vitela de "incompetente". Se fue (se está yendo) ZP y en su marcha, por la puerta falsa, con él escapan los últimos ataques airados que con la fórmula "Esta es la España que nos deja ZP" muestran sus más crecidos detractores, esos mismos que hoy se muestran con beatífica sonrisa pose "el tiempo nos dió la razón", esos que abrazan sin ambages el "cambio" que el forúnculo del "mejor presidente de la democracia española" decía representar en esa estrategia política que ni él mismo conoce, más allá de pasar de la línea argumental que dice: "socialistas, caca". Tiempos de cambio, de cambio de amigos que recibir favores, de cambio de manos de coches oficiales, de viraje pseudolaicista a pseudoconfesional, de cambio aparente del discurso (bla, bla, bla, servicios sociales para a ser bla, bla, bla privatización)... En definitiva, de ningún cambio sustancial. Antes mandaba Merkel, ahora seguirá mandando Merkel o los mercados o la camarilla que de verdad manda desde la sombra. Quién tenga cerebro que entienda.
Se fue (se está yendo ZP) y los que somos de izquierda/progresistas/creyentes-en-lo-público y que sabemos desde hace tiempo que el PSOE no es izquierda/progresismo/garantía-de-lo-público hemos visto con tristeza todos los quiero y no puedo de ZP: desde una limpia de RTVE sin llegar a concederle un status independiente real como su homóloga británica, la BBC, hasta la necesaria Ley de Dependencia que a día de hoy sigue sin ni siquiera cumplirse. Desde los deseos iniciales de regular el mercado inmobiliario para acabar con uno de los mayores problemas de los españoles sin luego cambiar un ápice el estado de la cuestión hasta los impulsos por rediseñar la política de Cooperación para el Desarrollo, movido por los vientos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para acabar haciendo lo mismo de siempre: poner la Cooperación al servicio de los intereses políticos y/o comerciales de nuestro país.
Por el camino hemos visto favorecer descaradamente a determinados grupos mediáticos, sonados casos de corrupción que han estallado - regodeándose de los que se afixiaron nada más comenzar este eterno apretarse el cinturón - sin una voluntad política expresa de combatir ese cáncer de nuestra sociedad (endurecimiento de penas, no prescripción de los delitos y, sobre todo, creación de un Tribunal anticorrupción con medios e independencia del poder político, desde luego no conceder indultos) y, por encima de todo lo anterior, los sucesivos recortes sociales presentados como la única solución para salir de la crisis pero que en realidad suponen la única manera de perpetuar un sistema que ha demostrado que no solo es disfuncional si no además perverso en su total perversión. De cuestiones como ecología, política energética, esfuerzos reales por acabar con la impunidad emanada de la Guerra Civil, deseos de reformar la Constitución, la ley electoral, la conveniencia de seguir siendo una monarquía o las políticas educativas ni siquiera hablaré.
Se va ZP y detractores de Bambie, como también se le llamó, y los que estamos apáticos ante todo eso que llaman democracia y no lo es, todos acostumbrados a operar con memoria cortoplacista, olvidamos cómo ganó ZP, justo después de esa ominosa etapa de manipulación descarada de la RTVE, justo después de esa privatización para amiguetes (de colegio) de una de las empresas públicas con más capacidad de crecimiento (Telefónica), justo después de una política antiterrorista que parecía basada en deseos de venganza personal, justo después de una política exterior que vista desde fuera parecía más tendente a grajearse favores personales allende los mares que a defender los legítimos intereses de un conjunto de ciudadanos...
La táctica de resignarse con lo que es "menos malo" nos ha llevado a dónde estamos hoy, lo sé; pero echo la vista atrás y deseo de veras que a medida que pasen los meses no acabemos por extrañar al tal ZP.
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