sábado, 19 de febrero de 2011

Febrero de perfil bajo

Me vais a perdonar que tenga esto patas arriba. Me gustaría decir que lo tengo abandonado porque hay muchas cosas por hacer, un lío que no veas, etc. Me gustaría soltar alguna de esas excusas, pero sería faltar a la verdad. Simplemente, no apetece. Es mirar al exterior, ver caer la lluvia de forma acompasada, como un metrónomo, y acabar por cortar el flujo que permite a los dedos concretar con pulso preciso un golpe de tecla que plasme en la pantalla la letra precisa de la precisa palabra de la frase precisa de un preciso pensamiento.

Ayer mismo iba a escribir sobre los últimos discos de P.J. Harvey y Radiohead, para cubrir con el ratio mínimo de actividad a la que se reduce este blog en determinados momentos: la de vídeo musical + ligero comentario. Pero fue darme un paseo por el blog de amigos habituales y darme cuenta de que se me habían adelantado, con mejor o peor ejecución, pero igual intención. Cuando algo así sucede y encima soy consciente de ello, el terrible peso de la navaja de Occam cae sobre mí (ya sabéis, ese principio que dice que "cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja"). Como soy incapaz de simplificar, prefiero no incidir en lo ya escrito, redundar en lo ya expresado. Lo estoy volviendo a hacer.

Me gustaría escribir sobre aquello que viví revisitado, como aquella (una muy buena entrada, por cierto), pero hace tiempo que no revisito nada o al menos no nada lo suficientemente interesante. Me hubiera gustado escribir sobre la copa del rey, sobre el all-star weekend, sobre Bahrein o sobre las dos últimas ponencias del curso de postgrado al que asisto los fines de semana, donde se habló de ONGD's y donde se planteó lo que encuentro un problema bastante interesante: la enorme fractura social que existe entre estos organismos y el grueso de los ciudadanos. Una vez más, supongo que no lo encuentro lo bastante interesante.

También me gustaría escribir sobre el privilegio autoimpuesto de personas que no se toman ni siquiera el tiempo necesario para conocerte de forma sucinta a emitir un diagnóstico sobre tu estado de ánimo o sobre tu situación personal. El 99,9% suele ser un diagnóstico erróneo, claro está, al menos desde mi punto de vista. Eso me lleva a creer que en general, hay tantos licenciados sin ejercer como gurúes/psicólogos/sabelotodos ejerciendo sin titulación.

Me pregunto si, como Superman, el sol no tendrá algo que ver en la apatía que me provoca - a lo que habría que sumar ciertas dosis de pereza, por qué no decirlo - el sentarme a escribir la primera chorrada que se me pase por la cabeza. Si no tuviera ínfulas de divo y unas entrañas con vocación comercial, ni siquiera me plantearía el escribir algo. Lo triste es creerse de verdad que uno se debe a su público.

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