sábado, 2 de junio de 2012

La culpa de todo la tiene Yoko Ono

Este estribillo que usó Def con Dos, un grupo cuyas letras denunciaban hace casi dos décadas todos los males que nos asolan en este apocalipsis financiero, mitad tiroteo indiscriminado desde los cómodos helicópteros de los mercados mitad autolesión provocada por un tiro en el pie (por ejemplo y quién tenga ojos, que entienda), parece describir la situación a la perfección. Crisis, recortes, la economía llevada hasta su último estertor no se sabe si por exceso o por defecto, si por inteligencia criminal o estupidez beatífica de nuestros dirigentes... Vivimos las consecuencias, sabemos las causas pero nadie apunta a los culpables, porque no los hay, porque la culpa de todo la tiene Yoko Ono (por ejemplo).


Esta mañana leía este artículo de Lucía Méndez vía twitter. Aplaudo la iniciativa, pese a la tardanza de ésta (siempre me ha extrañado la poca capacidad de reacción que tuvieron los medios grandes, no digamos los medios públicos, cuando los pequeños medios locales y regionales empezaron a cerrar en los albores de esta crisis; sin embargo si han demostrado una gran capacidad de solicitar solidaridad a la profesión cuando les ha tocado a ellos, ya casi en los últimos tiempos), pero vuelvo a echar de menos un poco de responsabilizarse. Porque no nos engañemos, estas mismas cajas ruinosas de hoy son las mismas cajas "ejemplo de sistema financiero" en Europa de ayer. Mientras las cajas pagaban las rondas, los medios miraban para otro lado (tuve ocasión de seguir de cerca, aunque no lo llegara a cubrir, el asunto de Caja Castilla La Mancha, una de las primeras en destaparse hace unos 3 años, entonces la CCM vio salir en bloque a su junta directiva por algo que entonces sorprendió pero que hoy es el pan de cada día). Entre las militancias políticas compartidas entre cajas y medios, amén de la publicidad de las entidades financieras en periódicos, televisiones, radios... se ha informado, sí, pero a posteriori. Lo que no se ha hecho es investigar antes, y no se ha hecho porque, entre otras cosas, hace tiempo que el periodismo del día a día se basa en transcribir declaraciones medidas al milímetro conseguidas a través de ruedas de prensa o, peor, a través de comunicados de prensa. Ya no se investiga, contrastan fuentes ni, en definitiva, se arman informaciones sólidas y críticas que muestren los hechos y no transmitan opiniones editorializantes de los mismos.


Por tanto estoy completamente de acuerdo en el artículo de Lucía Méndez titulado "Se ríen mientras nosotros lloramos" pero me falta esa parte que diga "todo eran risas y alborozo hasta que alguien perdió un ojo", porque eso ha hecho la "acomodada" y "domesticada" clase periodística en este país mientras las orgías en la banca española tenían lugar. Que parece que esto haya surgido ayer, oiga. Para empezar, asumamos nuestra parte de culpa por dejación de funciones profesionales (ya saben, lo del cuarto poder y todo eso), continuemos exigiendo responsabilidades a la gestión de los propios medios (cadenas de intercambios de favores políticos, no verdaderos negocios, que llevan siendo inviables económicamente desde hace ya muchas lunas) y acabemos por cambiar de actitud recuperando, en la medida de lo posible, la honorabilidad de un periodismo hecho con rigor, afán crítico pero, sobre todo, con ética.

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