viernes, 22 de junio de 2012

Sesión Wes Anderson 1

Todo comenzó con este artículo que me llegó vía twitter. Ya había visto alguna película de Wes Anderson, pero nunca me había sentado conscientemente a verlas. Así que me hice con la filmografía del director texano y empecé desde el principio:


Bootle Rocket (1996): Los hermanos Wilson (Owen y Luke), una de las constantes en el cine de Anderson, protagonizan una película cuanto menos curiosa. La acción gira en torno a la preparación de un robo. Otra de las constantes del cine de Anderson es que se produce un desequilibrio enorme entre la acción (lo que pasa) y las circunstancias que rodean a esa acción (fundamentalmente en forma de diálogo, presentación de personajes, subtramas...). En cierto modo es "como una película francesa donde nunca pasa nada". Eso repercute en el ritmo que ya en este primer largometraje da pistas de que al señor Anderson no le gustan los excesos visuales orgiásticos marca de la casa del cine estadounidense. Película entretenida que descansa en un guión irregular de Owen Wilson y el propio Anderson, en la interpretación de los actores (sobre todo Owen Wilson explotando al máximo la vis cómica que luego le ha dado tantos papeles en comedias ligeras de Hollywood, y la aparición de James Caan, grandísima aportación a la cinta) y la pericia técnica de Anderson y su director de fotografía. Porque con independencia de que te gusten o no sus películas, hay que reconocer que cada toma está tratada con un mimo obsesivo, cada montaje es una sucesión de planos estéticamente cuidados hasta sus últimas consecuencias. Un debut de notable.


Academia Rushmore (1998): Para mí la gran película de Anderson hasta el momento. Una comedia adolescente poco convencional. No es el film más conocido ni el más ambiciosa (esas llegarían poco después) pero sí el más divertido y el que asienta definitivamente los rasgos que definirán el resto de metraje del director. Jason Schwartzman dando la réplica a Bill Murray, los secundarios, la elección musical (otro de los puntos fuertes del cine de este realizador estadounidense que se muestra como todo un melómano), el uso de recursos como el leitmotiv y los diálogos, cargados de sátira, de juegos de palabras, de situaciones delirantes... Otro guión genial de O. Wilson y W. Anderson, aparición secundaria de Luke Wilson y la creación de un personaje memorable, este Max Fischer que conquista por su dupla de genio/perdedor, de brillante antihéroe, que recuerda en más de una circunstancia al memorable Holden Cauldfield del Guardián entre el centeno, la obra de J.D. Salinger que todo escolar estadounidense parece ser que lee. Uno de mis momentos preferidos, el cruce de "bromas pesadas" entre los personajes de Schwartzman y Murray al ritmo de Forgiven de The Who. Si tengo que recomendar alguna película de Anderson, esta sería un uno fijo.

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