Del espectacular fin de semana en la Reserva Natural del Bosque de Mbaracayú me traje dos medallas, dos ixodoideas, también conocidas como garrapata común. Tras documentarme bien, una la quité sin la mayor complicación el mismo domingo... la segunda, bueno, tardé en localizarla porque se encontraba en un sitio innaccesible. Así que esta mañana, en la oficina, tras poder verla, decidí ir al médico a que me la extrajeran y, de paso, me dieran algún tratamiento como profilaxis para prevenir cualquiera de las numerosas enfermedades que este ácaro, familia de las arañas, pudiera transmitirme.
De las diferentes opciones posibles (haber acudido a cualquier clínica privada para después llamar al seguro y ver si se hacía cargo del tratamiento), decidimos ir a la sanidad pública de urgencia. De forma rápida, amable y eficiente, el médico que allí estaba me atendió. En el destartalado hospital, que contrasta con el flamante exterior de cualquiera de las clínicas privadas que hay en Curuguaty, me acordé de un primo mío que trabaja en urgencias, y de varias amigas ligadas a la cooperación y que trabajan en sanidad, médica y enfermeras respectivamente, pensando, precisamente, en cómo hay profesionales de la salud que no importan las circunstancias, estás siempre dispuestas a salvar vidas. Mi turno llegó después de esperar a que dos mujeres con sus respectivos bebés acabaran la consulta. Una de ellas, al salir del médico, se puso a hablar conmigo cordialmente en guaraní. Le sonreí, con cara de idiota, como hago siempre que no entiendo algo, lo que le dió pie a seguir hablándome en Guaraní. Amablemente le contesté que solo entendía el español y ella, en un defectuoso español, me dijo que solo entendía el guaraní.Y con esas, se fue, no sé si enfadada o resignada. Tampoco le dí muchas vueltas.
El guaraní es uno de los símbolos de Paraguay. Un idioma precolombino que hablan 6 millones de habitantes en Paraguay, 5 millones de los cuales lo tienen como lengua materna. A mis ojos algo excepcional, como excepcional es el poco valor que el paraguayo parece dar a su "otra" lengua. Un dato: a pesar de ser lengua cooficial, prácticamente ningún documento oficial se plasma en guaraní. Una anécdota: la junta extraordinaria de la municipalidad de Capi'ibari a la que asistí, pese a celebrarse en su casi totalidad en guaraní, su acta se escribió en español. Eso sucede en la totalidad de las juntas de la totalidad de los municipios seguramente, según me ilustró un compañero paraguayo, E. I. Y., siempre dispuesto a ayudar e ilustrarme durante mi etancia.
Prácticamente no existe tradición escrita en guaraní, cuando se escribe se hace usando el alfabeto latino y cuando se indaga un poco sobre su uso, la percepción es negativa (quizá producto de los 40 años de dictadura, que es un hecho que sirve para justificar muchas de las situaciones actuales, sobre todo por parte de los extranjeros que he ido conociendo y que han pasado más tiempo en Paraguay). El guaraní se identifica con la ignorancia, el atraso, lo burdo... Fascinado por su musicalidad, por su profusión de sonidos y tratando de aprender todo lo que, con cierta sorna, intentan enseñarme aquí y allá todas las personas con las que me voy topando, me choca aún más ese poca significación, en un país que utiliza otros símbolos nacionales como la bandera o la "remera" de la selección nacional de fútbol con orgullo.
Prácticamente no existe tradición escrita en guaraní, cuando se escribe se hace usando el alfabeto latino y cuando se indaga un poco sobre su uso, la percepción es negativa (quizá producto de los 40 años de dictadura, que es un hecho que sirve para justificar muchas de las situaciones actuales, sobre todo por parte de los extranjeros que he ido conociendo y que han pasado más tiempo en Paraguay). El guaraní se identifica con la ignorancia, el atraso, lo burdo... Fascinado por su musicalidad, por su profusión de sonidos y tratando de aprender todo lo que, con cierta sorna, intentan enseñarme aquí y allá todas las personas con las que me voy topando, me choca aún más ese poca significación, en un país que utiliza otros símbolos nacionales como la bandera o la "remera" de la selección nacional de fútbol con orgullo.
Paraguay es una de las pocas naciones bilingües reales del mundo. Hablar con un paraguayo, al menos en el distrito de Canindeyú, donde yo estoy, es como hablar con un canadiense de Montreal, capaz de cambiar del español al guaraní indistintamente. Algunos campesinos o gente mayor que no pudo acudir a la escuela y aquellos habitantes de zonas fronterizas con brasil (que usan el portugués y el guaraní, y apenas el español) encuentran más problemas, pero en general, la gente con la que me relaciono en Curuguaty es competente en ambos idiomas. Eso me provoca una envidia sana.
La falta de tiempo va a impedir que aprenda apenas dos o tres frases en Guaraní. En la evaluación de la situación comunicativa de la Mancomunidad de Mbaracayú y el posterior informe, intentaré reflejar mi postura frente al Guaraní en este área geográfica. De momento, en una de las acciones tendentes a reforzar la comunicación, un boletín de carácter mensual, ya he reivindicado el guaraní de alguna manera, sugiriendo la inclusión de una sección de cuentos, poesía, tradición oral... en guaraní. Con todo el dolor de mi corazón, no podré leer esa sección, pero cuando me vaya, desde España ya, seguiré atento al día en que Paraguay, orgullosa, esgrima este tesoro cultural como un símbolo de las gentes de este país, al mismo nivel que su bandera, su historia y su selección nacional de fútbol, porque ese día, llegará.
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