
A lo largo de 307 páginas, Gaiman narra la extraña niñez y adolescencia de un niño cuyo universo se circunscribe a cohabitar con fantasmas, espectros y su "guardian" Silas, un misterioso tutor que se haya a medio camino entre la vida y la muerte. La educación de Nobody Owens, "Bod" para los amigos, consistirá en aprender los peligros que se ocultan en el cementerio y el mundo exterior, y en aprender las técnicas que los habitantes del camposanto emplean para conjurarlos. El resultado es una obra fascinante, con acción a raudales y profundas reflexiones sobre la vida y la muerte. Una novela "juvenil" que puede hacer pasar un buen rato a aquellos "adultos" que no tengan prejuicios a la hora de confrontar su niño interior con un texto para "inmaduros" tratado con una soberbia madurez. Si además podéis haceros con una edición ilustrada por Dave McKean, mejor que mejor.
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