Hoy quizá te despiertes a las 11, tras el enésimo estruendo producido por la alarma del móvil que pusiste de buena fé para que sonara por primera vez a las 8:50. Quizá bajes a la cocina, a tomar un vaso de zumo. Quizá lo tomes viendo la tele (24h., Marca o Teledeporte, antes cabía la posibilidad de asomarse a CNN+, nunca más). Tras aclarar el vaso y dejarlo en el lavavajillas, subirás con parsimonia hacia el ordenador. Revisar correo electrónico y redes sociales. Revisar blogs de amigos. Echar una ojeada a algún periódico de información general. Echar una ojeada a algún periódico deportivo. Mandar CVs. Fingir ocupar el tiempo cuando en realidad lo estás perdiendo...
Hoy quizá a eso de la una salgas a comprar el pan, tengas el primer contacto con el clima exterior, contemples con indiferencia a las personas que como hormigas llevan a cabo su quehacer diario, cojas dos barras, quizá algo más, saludes al cajero, pagues el importe (93 céntimos), sonrías cortésmente cuando te dé el cambio (si es que no se lo das justo) y vuelvas al cubil. Hay una remota posibilidad de que prepares la comida, siempre y cuando mamá no haya preparado nada la noche anterior. Recogerás la cocina, pondrás la mesa y subirás, de nuevo, a esperar frente al ordenador.
Comerás, oirás una larga conversación donde se citarán episodios de las vidas de personas que no conoces, ni siquiera pretenderás tener interés en lo que digan, enjuagarás el plato y los cubiertos, los meterás en el lavavajillas, cogerás una pieza de fruta o un yogur y subirás, de nuevo, a asomarte a la pantalla del ordenador.
A las 3:20 te lavarás los dientes, cogerás la cartera, el móvil, las llaves y el mp3. Si no es martes, (martes hay curso de LSE de 16:30 a 18:30) saldrás a y 25 con los auriculares de promoción que tu hermana te regaló por reyes, esos que tienen un slogan en uno de sus lados que exhorta a disfrutar la vida. Caminarás, al hilo de unos pensamientos inconexos, por la Avenida de Sor Valentina Mirón. Atajarás por los Arcos. Cruzarás el primer semáforo, luego un segundo. Verás a los estudiantes que apuran los últimos pasos, las últimas palabras, los últimos cigarros antes de meterse en el complejo universitario. Pensarás que llegas pronto o que llegas tarde pero que, en cualquier caso, te tocará esperar. Oirás "¿Qué tal?" y contestarás mecánicamente "Bien" a no ser que tengas algo especialmente interesante que decir. Andarás hora y media aprox. por la ribera del Jerte escuchando episodios de la vida de una amiga. Meterás baza. Quizá hables incluso un poco más. Depende del día. Te despedirás con un "Mañana a menos cuarto", volverás a casa, verás la tele, leerás, te asomarás a internet, incluso puede que juegues al ordenador. Si es lunes o miércoles, a las 20:45 te irás a entrenar con el equipo de baloncesto. Si es martes o jueves, estarás pasando el rato de un modo diferente aunque indeterminado. Si es viernes, quizá estés en Badajoz.
Cenarás, verás un rato la tele (o puede que ni eso), mirarás otra vez el ordenador, verás un capítulo de una serie (últimamente, The Wire), leerás un rato y, por fin, intentarás dormir algo. Y ahí terminará, a grandes rasgos, un día en tu vida.
3 comentarios:
Excelente post!
Espero que tengas suerte...
Me uno a la felicitación. Cada uno podemos escribir un post de nuestras rutinarias vidas. Eso sí, en el mío incluiría atascos, 3 putas horas de autobús o dos horas de coche diarias y comer sandwiches delante del monitor donde estoy currando
Izzy
Nunca te había comentado.
Pero es sorprendente lo que se parecen las vidas de los jóvenes hoy en día, no?
Bueno, felicidades por el blog!
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