jueves, 15 de septiembre de 2011

¡Adiós Muchachos!

Lo irónico de los sueños es que, en algún momento, deben confrontarse con la realidad. Algunos salen fortalecidos. Otros, se quiebran como una fina lámina de hielo en un charco cuando los primeros rayos de sol iluminan una mañana de invierno. Adiós muchachos, habla de eso, de sueños que no sobreviven a las realidades. Sueños que, por lo complicado de las circunstancias, poco a poco se vuelven intranquilos y pueden acabar en pesadillas.


Cito la contraportada:
"Con la pérdida de las elecciones generales en 1990, el proceso iniciado por la revolución sandinista contra el dictador Somoza en 1979 se detuvo en seco, y con él también se difuminaron los sueños, anhelos y esperanzas de cientos de miles de ciudadanos que participaron en aquel proceso transformador"

Sergio Rodríguez, el escritor e intelectual nicaragüense que llegó a ser vicepresidente del primer gobierno de Daniel Ortega, teje un cajón de sastre de sus recuerdos, desde que se involucra en la resistencia contra Somoz, los primeros años a ciegas de un gobierno adolescente surgido de un proceso revolucionario que trascendió las fronteras del país centroamericano... El resultado es la excelente prosa de Rodríguez que sirve de esqueleto a un conjunto de datos, hechos y opiniones sobre todo el proceso de lucha contra el régimen de Somoza, primeros pasos de la era post-somoza y las disensiones en el propio FSLN que desembocaron en la defenestración del escritor como vicepresidente tras la pérdida de las elecciones en 1990.

Sin pelos en la lengua, con la seguridad que da el hablar en primera persona, en el libro se narran también cuestiones como la política errática de EE.UU. en Centroamérica con los presidentes Carter, Reagan y Bush, el juego de alianzas entre las distintas naciones de la región centroamericana, las victorias, las derrotas, el ascenso y el desencanto ante el fin de la utopía nicaragüense. Un ejercicio crítico consistente en revisar el pasado que resulta ligero, entretenido, interesante y que alberga un espacio para la reflexión sobre la naturaleza contaminante del poder.

Si tenéis oportunidad os invito a que os acerquéis a este ensayo de Sergio Rodríguez.

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