miércoles, 26 de septiembre de 2012

25-S al otro lado del espejo

Recién llegado del evento del lanzamiento de un hotel en la reserva de Mbaracayu. Muchos recuerdos de Toronto y los compañeros de allí. No es en lo único que me recuerda a Toronto. La concepción reticular de la ciudad, el barrio dónde está el hotel y la oficina en Asunción, la cercanía y amabilidad de la gente...

Países, empobrecidos o enriquecidos, a veces tienen más en común de lo que creemos. La riqueza es cuestión de suerte y un país opulento puede caer con tanta saña como ascender. Fíjense España. Esa España de la que tanto presumimos, que tiene más en común con América Latina que con Europa. De dictadura a milagro económico, de pseudopotencia a estado fallido. Porque hacia eso camina España, hacia la falibilidad absoluta. Las pulgas dirigentes, del Rey al último de los consejeros de CCAA, se han dado cuenta de que el perro está flaco y se apresuran a rebañar. Ya sabemos que a perro flaco... Así que esto se colapsa.

Desde redes sociales me llegaba el enésimo ejemplo de que la policía ni protege al inocente ni sirve al ciudadano. Basta ya de ardor guerrero patriótico. Los familiares que se indignan y tratan de justificar el cuerpo, que ni lo intenten. Perros con placa que defienden a sus amos por las sobras de sus opiparos festines. Algunos, ni eso, se contentan con dar rienda suelta a sus impulsos psicopaticos. Vean las imágenes y ni se les ocurra insultar a los periodistas que las sacaron: poca violencia puede ejercerse con un micrófono o una cámara; sin embargo con porras, pistolas e impunidad ilimitada pasan cosas como las que se ven en las imágenes. El comportamiento de nuestras fuerzas policiales ayer es terrorismo. En virtud del precedente sembrado en Afganistán e Irak, la guerra contra los amos y sus perros está justificada.

Pero no soy yo el que más derecho tengo a hablar de nada. Aquí en Paraguay, siguiendo con deficiencias los hechos a graves de twitter fundamentalmente, alejado de la acción y rodeado de la flor y nata paraguaya en el complejo de la Confederacion Sudamericana de Fútbol, me hubiera gustado estar allí para demostrar mi profundo rechazo por este expolio de unos pocos que siguen la estela de lo que el neoliberalismo comenzó en muchos países de Latinoamérica en los 80. Todos esos, corbateados y sonrientes con sus perros armados y sus cerdos confeccionando noticias a medida, todos ellos enemigos del pueblo y, por tanto, pese a ostentar la vitola de salvapatrias, traidores vendepatrias que deberían ser juzgados y condenados...




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