El 23 de Abril de 2010, Maese, mi estimado amigo presente de una vida pasada, me recomendaba vía red social lo siguiente: "tras oir tus últimos artículos musicales y tus reflexiones, creo que tal vez necesites nuevas experiencias,cambios y me ha venido el feeling de que debes ir al The burning man project". En el mismo canal no me quedaba otra que señalar su percepción como muy acertada...
Mientras miraba el espejo retrovisor intentando no empañar los ojos al sentirme "solo" por primera vez en 7 días, recordaba quizá por azar, la recomendación de maese, que menudo gurú está hecho, uno de esos que te graban las enseñanzas a golpe de frases escogidas y sonrisa franca. La selección de "Some Hits" improvisados de Pearl Jam para el viaje, con abundancia de temas de esos que en palabras de otro amigo "llegan a la patata" junto con el conato casi imperceptible de síntomas propios del que padece de síndrome de Stendhal al contemplar el soberbio paisaje que se aposta a ambos lados de la N-521 en la región de Valencia de Alcántara, la más occidental de la provincia de Cáceres, no ayudaban a la tarea. Los ojos, por desgracia, carecen de limpiaparabrisas. El cerebro, por suerte, es capaz de atesorar momentos con igual efectividad que una cámara fotográfica (algunos) o, al menos, que el pincel certero de un pintor paisajista no necesariamente practicante del arte figurativo (¿caprichos de la genética?). El caso es que esa capacidad a veces evita fugas y retorna a uno a los maternales brazos de la felicidad moderada. El pasado siempre es mejor cuando se recuerda, uno no sabe por qué. De ahí que los recuerdos de los últimos siete días sean...
El lunes 26 de Abril el despertador me sacó de la cama a las 6:30 a.m. A las 7:15 salía de mi calle con el coche de mi madre rumbo a esa región occidental de la provincia de Cáceres de la que hablaba en el párrafo anterior. La misma recopilación casera de Pearl Jam sonaba, pero todo era diferente. Lo era porque, como en toda historia (y esta entrada lo es de alguna manera), el protagonista al principio no continúa igual al final. En toda buena narración (y esta entrada, de alguna manera, lo es), el protagonista cambia. El protagonista se enfrenta a una serie de pruebas, vive aventuras, resuelve crímenes, soluciona acertijos, se enamora o se muere... pero cambia. El cambio a veces queda reflejado de forma simbólica y otras se traduce en una nueva definición del héroe. El "Txetun" que miraba con desconfianza el mapa a la tenue luz del amanecer del lunes y el que contemplaba extasiado el paisaje que rodeaba la N-521 el domingo 2 de mayo por la tarde lo hacía con distintos ojos y la clave estaba en lo que sucedió durante esos dos puntos que marcan el segmento temporal disruptor en mi apacible e improductiva vida de los últimos tiempos...
Lo que sucedió exactamente fue un "Curso básico de Cooperación al Desarrollo" que dicho así suena a como a "solidaridad" y "pobreza" y "cooperantes" y quién sabe qué más. De ahí que el "Txetun" del lunes por la mañana fuera sin la menor pista de lo que se iba a encontrar; más pendiente de no perderse en un itinerario para tontos que en hacer ejercicios de adivinación. La cosa fue llegar, dar besos y apretones de manos, escuchar unas mínimas normas de convivencia, dejar las cosas en un cuarto para cinco donde iba a dormir, terminar de visitar las instalaciones y empezar a recibir una charla casi sin anestesia. Cuando uno se enfrenta a muchas cosas nuevas de golpe, es difícil adoptar una perspectiva de conjunto y disfrutar del momento. Los cambios bruscos siempre producen estupor. Lo realmente interesante es con qué rapidez asimilar el cambio...
A los tres días tenía un puñado de compañeros vinculados por dinámicas de grupo, intercambio de pareceres, pachangas improvisadas, chanzas espontáneas y conversaciones bi-, tri- o incluso ampliamente multilaterales. En solo tres días habíamos alcanzado un ritmo de actividad frenética, en nuestra vida interior y exterior. Hacía mucho tiempo, posiblemente desde mi último año en la facultad, que mi cerebro no había tenido que trabajar tanto. Ante estímulos variopintos (gráficos, conceptos, sonrisas o sinceros codazos de complicidad) las diversas inteligencias se desperezaban y eran conscientes, siete meses después, de su propio potencial. Los que el domingo 25 eran unos completos desconocidos y el lunes 26, a eso de las 14 horas, unos simpáticos extraños por conocer, el miércoles eran los compañeros con los que ponías la mesa, resoplabas en la charla de las 4 de la tarde y soñabas otra vez con que cambiar el mundo, todavía, es posible...
Así los nombres de los extraños se fueron volviendo nítidamente visibles, como si hubiera un pie de la foto en cada una de sus miradas, hasta volverse borrosos otra vez para adquirir la tonalidad familiar de los apelativos cariñosos (en algunos casos incluso convirtiéndose en estos). Allí estaban el chico de mirada cristalina con el que intercambiaste algunas impresiones sobre cómics, pelis y manga; y la chica que tomó los corazones por la fuerza a golpe de bromas y a ráfagas de simpatía ("te llamarás, Zé Pequeña"); y el chico que contó, entre otras muchas cosas, la "historia de un adolescente de Olivenza que pudo ser Messi" (eres un "liao"); y la chica que afirmaba llamarse en realidad Amparo (a ver si te pones buena pronto); y el chico que miraba con la espontaneidad de un niño en el cuerpo de un hombre (a medio camino entre Charlie y Álex, que llegó a conocer al griego que cambió la forma de saludar de todo un pueblo, el mismo Char-lex que encontró a un grupo de niños colegas en los confines de la India)...
También estaba la chica que pasó inadvertida hasta que algunos se tomaron la molestia de descubrirla (pena de trabajo, coño); y el chico que argumentaba "ad infinitum"; y la chica de la sonrisa por respuesta; y aquel que sabía lo que quería mucho antes de que muchos que le doblan la edad lo hayan descubierto; y aquella que no hacía otra cosa que caerse (la pobre, :-P); y la que miraba tras un objetivo de ojos claros y sonrisa esquiva; y el que radiaba felicidad y soñaba con aztecas; y la que exhudaba paz y templaba los nervios del más pintado con su dulce acento de ultramar; y la que alargaba su nombre a los amigos, entre sonrisas de Chesire y ojos marineros, enfrascada en una "vendetta" cariñosa con cierto crack medioambiental que traía pegado a la retina todo un mes de experiencia en Nicaragua; y el que intercambiaba chistes de Muchachada Nui (en realidad hay muchas cosas más, pero a veces una simple metáfora dice más que una interminable enumeración, tú me entiendes); y a la que paran los maderos por guapa y "salá", no importa lo mucho que luche por cambiar el mundo, bajo la protectora mirada de la calma personificada de un artesano que un buen día se puso una mano negra en el pecho (a mi hermana le encantó la pulsera y sí, a mí también me gustan más que Manu Chao en solitario); y la que con un punto contestatario le dice a las señoras en los aeropuertos que esos niños que no son suyos no tienen esas necesidades que dicen tener cuando están a punto de volverse a una tierra de arena y fuego y sueños de tiempos mejores por llegar pero que no llegan desde hace ya varias décadas...
¡Ah!, y cómo olvidarme de la chica a la que le repliqué "es sectorial" y aún con todo solo tuvo sonrisas, paciencia, buenas palabras, cuidados y atenciones hasta el punto de hacerme recordar cierta canción de cierto grupo; o del chico que me contó en una corta pero intensa peregrinación a por un café que amor se dijo "ti amo", que los créditos están en la universidad y que nunca es tarde para hacer lo que a uno de verdad le apetece; y, por supuesto y por último, del que siempre tenía una pregunta en la recámara y la información en el punto de mira (menudo coco tiene usté, querido colega)... Estos 22 individuos, sin saberlo, cooperaron a ayudarme en verter algo de luz en un camino que lleva oscuro demasiado tiempo...
La razón de que el "Txetun" que volvía lo hiciera con ojos diferentes al "Txetun" que se fuera puede definirse con la expresión "desarrollo", en este caso un desarrollo personal, basado en el redescubrimiento de una vocación que parecía perdida, pero que en realidad solo estaba en "modo ascua" y que con un poco de leña, y un mucho de aire fresco ha vuelto a reavivarse con más fuerza. Se ha reavivado con tanta fuerza que ha acabado por consumir a un hombre, el mismo que susurraba palabras de frustración y desesperanza desde dentro, el mismo que quebraba la voluntad haciendo dudar de las posibilidades y capacidades inherentes al que firma este blog. Quizá es por eso que tras volver a casa de la experiencia, deshacer las maletas, ordenar los pensamientos, ducharme y empezar a esbozar esta entrada, Maese llamó. Maese llamó desde la tierra de los castores porque, en su sabiduría infinita de gurú de lo vital (no obstante me lleva unos 15 años de ventaja) Maese sabía que yo había quemado por fin al hombre. Llamaba para confirmar sus sospechas. Tras una hora de charla a medio camino entre lo intrascendente y lo importante, sin necesidad de preguntar directamente, se dio por satisfecho. Ventaja de los que conocen nuestras almas a veces mejor de lo que nunca llegaremos a conocerlas nosotros mismos...
9 comentarios:
El crack es usted señor Txetum, ha sido un verdadero placer conocerle y compartir esta experiencia. como le dige me gustaría aprender de vos y veo que hay mucho que hacer. Gracias por esta dedicatoria, gesto que le engrandece aún más si cabe.
Hasta la vista compañero.
Ahora pueden ocurrir dos cosas: que te quedes con ello, o que te hayas aferrado con tanto ahínco que en 15 días vuelva el nubarrón. Te deseo lo primero. O que, si viene lo segundo, lo identifiques lo suficientemente rápido como para hacer las maletas otra vez :)
PD. ¿Qué pasa con Madrid?
Uff... hay unas oposiciones y un examen de inglés que tengo que preparar. De lo malo malo, el 17 de Junio tengo que estar en la capi para el dichoso examen.
O sea, que lo de irse de colonias a reafirmarse era pa preparar unas oposiciones!! :D
Tú sí que tienes un coco, "colega". Nos vemos en el mundo, caminando paralelamente, en el mundo del periodismo o en el de la cooperación, o en amboas unidos, por qué no. Un besazo, y ha sido un placer conecerte tío. En Sevilla y en el mundo tiene usted un amigo.
Nos vemos en el mundo, sé feliz.
Menudo resultado hemos logrado...
ole ole y más que ole, como se dice en el sur "q harte tines niño".
Hay que ver lo profundo que eres y lo callaito que te lo tenias, ¿con que más nos vas a sorprender buen hombre?...
P.D: La mezkita te espera.
Veo que la mirada profunda se completa con la pluma profunda
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