Uno se deja llevar por una nueva rutina fabricada no a partir de jornadas laborales, horarios de trasporte público o parrillas de televisión, sino por pura necesidad de labor casi autoexigida. Con dos exámenes en el horizonte, desde finales de abril hasta principios de junio marqué un flexible horario de actividades para mantenerme ocupado. De 9 a 10 a.m leer la prensa, de 10 a 14 estudiar, de 16 a 18 ver alguna película en V.O. (para hacer oído), de 18 a 21 estudiar, de 22 a 24 Internet para, sobretodo actualizar el blog.
En el trascurso a veces me saltaba el planning para hacer excepciones, como verme casi todos los partidos televisados de los play-offs de la ACB y algún amistoso de alguna selección mundialista de fútbol. Otros días alguna salida esporádica al cine o a tomar alguna caña, pero sobretodo retiro intelecto-espiritual para afrontar con ciertas garantías los exámenes, sobretodo el de las oposiciones. Luego la primera semana de Junio sucedió todo bastante rápido: sprint final tras salir la fecha definitiva de las opos, el propio examen, un glorioso día de ferias, ultimar la preparación del examen de inglés para obtener el CPE, viaje a Madrid para hacer el examen y, de paso, tirarme unos días en la capital...
La estancia en la capi, del 17 al 21 de junio, trajo cosas curiosas, como el definitivo conocimiento carnal - entendido, no piensen mal, como que nos reunimos por fin en carne y hueso y hablamos y pusimos en duda nuestra naturaleza ficcional confrontada con la real - entre la Tremo y el Txetun. Estuvo bien la experiencia. Nos reímos y dimos un larguísimo paseo mientras nos poníamos al día de andanzas y aventuras propias y ajenas. También sirvió para reencontrarme con viejos amigos a los que hacía tiempo que no veía, redescubrir Malasaña - varios años después - y estar relajado como no recordaba en meses.
A la vuelta, el vacío, ese vano que queda al derrumbarse los pilares estructurales del concienzudo castillo de naipes que tenía trazado para pasar el rato. Como buen artífice de cosas perecederas (castillos de naipe, de arena, de papel o en el aire), lejos de desanimarse, uno comienza a pensar qué hacer a continuación donde antes había una endeble construcción. Solar vacío es igual a infinitas posibilidades de construcción. Pero entre continuum y continuum de universos paralelos infinitos está el vacuum que marca una discontinuidad, un punto y aparte, la delgada línea roja que separa lo que fué de lo que será a partir de ahora. Es claro dónde comenzó la disgresión: segundo partido de la final entre el Baskonia y el Barça. El tercero fue recital y también lo ganó el Baskonia. También lo vi, disfrutando de la última canasta gloriosa por atípica, inverosímil; un dramático y triunfal escorzo digno de la representación quintaesencial del mito de Laocoonte. Eso, que hubiera quedado como una elipsis temporal en la línea narrativa lógica que marca el blog de no haber fabricado este escalón a destiempo, disfraza el vacío y une dos bloques en sagrado matrimonio respetando el espíritu del fuero de Baylío. (Sí, querida Tremo, al final va a resultar que soy nacionalista extremeño radical).
2 comentarios:
Hala! Que así por encima acabo de ver que salgo yo!
[Con respecto a la última frase del post] ¡¡Pero sólo por mi culpa!!
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