Hace unos años trabajé como becario en IBM en Madrid. Estando allí adopté una expresión que a la mayoría de personas que la escuchan por primera vez, sorprende: hacer la del cubano. El origen puede hallarse en una historia que me contó una compañera de allí y una muy buena amiga, A.H.M., sobre un antiguo empleado de la empresa, de origen cubano, que un buen día se fue supuestamente de vacaciones para nunca regresar. La empresa tuvo conocimiento de su decisión tres meses después de que el tipo se cogiera una semana de vacaciones - creo que la historia es más menos así, pero sino Natso, que suele leer el blog, podrá corregirme porque creo que también vivió la anécdota. Por supuesto la ocurrencia me hizo mucha gracia y desde aquel momento, con compañeros de los siguientes trabajos donde he estado, he amenazado alguna vez con hacer la del cubano tras explicarles en qué consiste la denominada treta.
Pues bien, los últimos días en Plasencia se ha dado otro ejemplo que vendría a dar mayor consistencia y validez a esta expresión. Los aficionados al baloncesto recordarán el incidente que cuatro jugadores de la selección cubana protagonizaron poco después de jugar un amistoso con España el pasado mes de agosto. Uno de ellos, Silvestre, acabó siendo fichado por el equipo de mi ciudad, que milita en Adecco Plata. ¿Adivinan qué hizo nuestro jugador Silvestre? Pues les hizo la del cubano aunque parece ser que el periplo de este segundo cubano a última hora quedó incompleto; no le saldrían los planes y volvió arrepentido a lo hijo pródigo con ovación de la concurrencia.
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