lunes, 9 de agosto de 2010

De boda

El sábado estuve de boda. R., uno de mis mejores amigos y el más antiguo (el decano de los muy mejores amigos) se casó por fin tras 13 años de relación con sus picos y sus valles con su novia "de toda la vida" V. Como artista invitado, me tocó dar fe en plan testigo y, de paso, leer un breve discurso que tuve de hacer todavía más breve dadas las circunstancias (ni el oficiante de la ceremonia civil ni la representante de la novia excedieron su intervención en más de dos o tres minutos; mi discurso original duraba 6, en el mejor de los casos). Toda una experiencia. Os pongo un extracto de lo que llevaba preparado:


(...)Dicen que la familia, al contrario que las amistades, no se elige. En el caso de R., como con mi familia, tampoco tuve mucha elección. Mis padres y los suyos confabularon para que nos lleváramos bien desde el principio. (...)¿Conocen el camino viejo a la ermita del Puerto? Últimamente subo por allí a menudo. Fue en una de esas subidas cuando se me ocurrió que había similitudes entre mi amistad con R. y el camino.

Primero comienzas con una bajada fácil, como la relación con los amigos de la niñez. Ponerte de portero de vez en cuando, ir a por la pelota cuando la mandas a Cuenca, dejarle los mejores juguetes, recoger después de jugar… Sin problemas.

Después de esa bajada llega el primer repecho. Es el más duro con diferencia porque no te lo esperas. Yo lo veo un poco como la adolescencia, de los trece a los veintitantos. Es entonces cuando la mayoría de amigos de la infancia cambian. Cambian de gustos, cambian de hábitos, empiezan a salir con otra gente, algunos se echan novia, se marchan a estudiar fuera… y todo se complica(...).

Justo después del repecho famoso, la subida se suaviza con una serie de curvas en ascenso. Para entonces ya vas viendo el santuario, cada vez más cerca y eso te da fuerzas para seguir andando. Es el tramo que menos cuesta después del inicial. Este trecho lo identifico con los veintitantos. A estas alturas, tienes claro qué es un amigo y qué no. Como en la subida, tienes claro que para lo que queda ya llegas a la meta. A estas alturas, tras 29 años de aventuras (...) está claro que R. es uno de mis mejores amigos, con sus defectos y sus virtudes, pero aún así no le cambiaría(...).


Pero, todavía no hemos llegado arriba, queda el último tramo, uno tan duro como corto. El último trecho antes de traspasar la verja metálica, un trozo donde la pendiente vuelve a subir, cambia la condición del suelo… Esta fase la identifico con el momento en que los amigos comienzan a emparejarse en serio, no salen tanto, se echan nuevos amigos, generalmente parejas con las que quedan para ir de vacaciones, para cenar, para pasar la tarde en el pantano… Es en este punto cuando esos amigos se compran una casa, hablan más de reformas y muebles que de fútbol y finalmente se casan. Es duro ver cómo los amigos de la infancia se hacen mayores. Muchas amistades no aguantan y se rompen llegado este punto (...).


El caso es que a la gente le gustó. Algunos hasta se emocionaron y personas que no conocía se acercaron para felicitarme (¿...?). Yo pensaba para mí: "Eso es porque no he leído el original". La versión light del texto causó furor. Allí estuvimos, los amigos de él y los de ella que al final han acabado también siendo un poco amigos míos. También su familia, que conozco de toda la vida. Bebimos, comimos, reímos, repartimos abrazos, besos, bailamos, charlamos... Lo normal que se hace en las bodas. Y contemplando tanta felicidad en un acto social de esos donde no suelo sentirme cómodo, surgieron las reflexiones en esa particular soledad que solo los grandes eventos te permiten experimentar.

Este último año de reflexión y búsqueda constante de respuestas que entroncan con la necesidad de clarificar quién soy, de dónde vengo y adonde voy (parafraseando a Siniestro Total), he llegado a varias conclusiones. Todo un avance. Una de esas conclusiones es que, sin haber esclarecido aún qué es lo que quiero, voy siendo consciente de todo aquello que no quiero. Por ejemplo, no quiero perder la oportunidad de devolverle a mi amigo R. la jugada, así que cuando la persona, el lugar y el tiempo sean propicios, ya le pediré que lea unas palabras... Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío y una vez que salve ese escollo formulado por mi madre de la siguiente forma: "...pero, ¿quién va a querer casarse contigo?" - ahora caigo en que leído y no escuchado en un contexto de ironía como cuando ella lo emplea suena hasta mal - me vengaré, vaya que me vengaré.

Por cierto, curiosidades del destino, me acaba de llamar R. para decirme que se pasa a recogerme para tomarnos algo... Me pregunto si le miraré con los mismos ojos, ahora que es "un señor mayor". xD

2 comentarios:

La Tremolina... dijo...

Pero, pero, pero, ¿está tratando de decirnos que siente usté anhelo por casarse?

Inverosímil.

¿Pa desgravar?

Txetun: dijo...

Si usté lo dice...