lunes, 23 de agosto de 2010

El siglo de las luces

Tenía curiosidad por leer algo de Carpentier, uno de los pilares de la literatura latinoamericana del siglo XX y uno de los referentes de las letras cubanas, poseedor de un Cervantes. Apelativos rimbontantes que a menudo hay que acoger con recelo, intentar hacer un ejercicio de abstracción y enfrentarse a pecho descubierto con el legado escrito. Y a eso me dispuse, a pesar de conocer de pasada la figura del autor gracias a un monográfico de literatura Iberoamericana de los siglos XIX y XX que tuve ocasión de cursar en Aarhus, hace ya más de un lustro, poco o casi nada recordaba de Carpentier, así que zambullirme en El siglo de las luces sin prejuicios fue relativamente sencillo.

La novela trata, como se desprende de su título, de la ilustración francesa y su principal síntoma histórico: la revolución que condujo a la I República del país galo, pero desde la perspectiva del impacto que dicho acontecimiento tuvo en las colonias americanas. Sus principales protagonistas (Esteban, Carlos y Sofía, tres criollos criados en La Habana) tienen la ocasión de conocer y acompañar a Víctor Hugues, un revolucionario francés que llegará a convertirse en Comisionado de Guadalupe y, posteriormente, gobernador de la Guyana.

Se trata pues de historia novelada, un repaso a hechos históricos reales aderezados con personajes, situaciones y elucubraciones ficcionales. La prosa de Carpentier es rica y colorida pero también ágil y amena. Su novela juzga con severidad la hipocresía de los hombres capaces de sacrificar vidas humanas por mor de ideales más elevados (en este caso la libertad, la igualdad y la fraternidad). A lo largo de las páginas se ve cómo Victor Hugues sufre una transformación, provocada por la acumulación de poder y una convicción ciega en ciertos ideales, que desembocará en un desencanto por aquel que no dudó en acompañarlo a liberar a Francia de la tiranía, en este caso, el criollo Esteban.

Una novela bien documentada, ampliamente descriptiva, deliciosamente escrita y sorprendentemente ágil en el tratamiento de la acción, a pesar de contar con más de cuatrocientas páginas. Muy recomendable.

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