Aunque hace tiempo que no "disecciono" un libro en este espacio, no quiere ello decir que no siga leyendo, con un ritmo endiablado, siguiendo la estela de ese gran lector que encabeza el pelotón. De hecho, tras sacar del sótano la última caja donde tenía almacenadas mis vidas anteriores, hice acopio de libros que leí allá en mis años mozos en la facultad, apremiado por plazos e incapaz de degustar con auténtica delectación las auténticas joyas que obligados teníamos ante nuestros ojos. Voy a destacar tres:
La República española y la Guerra Civil (1931 - 1939), Gabriel Jackson.- Un libro sobre la historia de uno de los más turbios periodos de nuestro país. Turbio, no solo por las circunstancias y los hechos, sino por los intereses de uno y otro bando por tapar para la posteridad su barbarie para subrayar la del otro. Gabriel Jackson, quizá por su condición de extranjero (y, por tanto, con una visión desde fuera de los acontecimientos) intenta realizar un ejercicio de revisión objetiva de los hechos. Por supuesto que el acabado no satisface a un bando - Jackson está lejos de comulgar con las ideas fascistoides del bando de los ganadores - y posiblemente tampoco al otro - porque desmitifica, de un plumazo, el caracter heroico de los republicanos y contextualiza las causas del estallido de la Guerra Civil - pero me parece una obra bastante ilustrativa de lo que pudo acontecer, una exhaustiva melodía con vocación histórica que sobresale entre esa cacofonía subjetiva y ultra que distorsiona lo que pasó y las paladas vergonzantes que cierto sector político se empeña en echar por mor a una reconciliación a expensa de las víctimas (de uno y otro bando). El estilo narrativo ágil y ameno bien merece una recomendación a esta obra.
Ébano de Ryszard Kapuscinski.- El considerado de forma unánime como "maestro de periodistas", proveniente de una época donde los "plumillas" tenían otras formas de trabajar menos cómodas pero más reivindicativas, plasmó en un libro muy interesante sus vivencias como corresponsal en África. Lo atractivo del libro es, precisamente, su anarquía narrativa. Compuesto a base de retales de sus vivencias, Kapuscinski elabora un puzzle aproximativo de lo que se esconde tras un continente que fue desconocido primero, expoliado después y dejado a su suerte por último.
Cuadernos Africanos, Alfonso Armada.- Me hallo en pleno proceso de relectura de este libro. Aunque la temática es similar al anterior ejemplo (corresponsal, en este caso de El País durante los hechos, que narra sucesivos viajes a África para cubrir guerras y epidemias), la forma de afrontarlo es bien diferente. Armada hace uso de sus notas vitales a lo largo de los viajes, añadiendo las crónicas y artículos que preparó para el rotativo. Si Kapuscinski es conciso y ligero, Armada es tenaz y denso. Sus análisis poéticos de la realidad que vivió son como un licor reserva, hay que degustarlo con tranquilidad para apreciar todos sus matices.
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