domingo, 3 de enero de 2010

Superviviente

Desde el frente de la indiferencia, en pleno conflicto navideño, hacemos señales de humo para alertar de un hecho diferencial: la supervivencia. Este acto connatural al ser vivo se torna especialmente difícil en estas fechas tan señaladas. A la sobredosis de bebidas espirituosas y comidas ricas en azúcares y grasas se añade la elevada tasa de hipocresía en sangre. Las navidades nos vuelven hipócritas, a los que la siguen por creer que los buenos propósitos son cosa de dos semanas (tres en el caso de España). A los que reniegan de ella por jugar el papel de extraterrestres de un sistema del que son parte y del que participan, si no estas dos semanas, sí el resto del año. Desmarcarse de unas fiestas por tacharlas de consumistas viviendo y formando parte de una sociedad capitalista es tan dolorosamente incoherente como irse de vacaciones a la India mochila en mano para conocer la pobreza. Si sirve para aliviar la conciencia a algunos, bienvenido sea.

Como el que más, soy un hipócrita. Un hipócrita que reniega de las navidades pero que, por un remedo de culpa, cede ligeramente a unas cañas, a llamar a los amigos... Concesiones que a la postre desgarran la personalidad en una interesante aunque esperada crisis de identidad. Aquel que se jacta de coherencia a menudo topa con un callejón sin salida en el laberinto de la incoherencia humana.

El analgésico, Eels. He estado escuchando este - ¿grupo? ¿proyecto personal arropado? - constantemente. Los días que me apetecía zambullirme en pleno mar de espíritu social navideño y también los días de reclusión en el bastión/monasterio de mi habitación, centro de operaciones de no sé muy bien aún qué. Aquí, agazapado, con Eel como banda sonora cuasi-predominante, he logrado aguantar los asedios incipientes de la lotería de Navidad, de las cañas nochebueneras, de las felicitaciones en las postrimerías del 2009 y las tímidas embestidas renovadas del flamante 2010. Tan agradecido estoy a Eel que le dedicaré una entrada musical uno de estos viernes, más adelante, cuando casi nadie se lo espere.

Como concesiones notables, una cena de nochebuena manteniendo el tipo, un cotillón de Nochevieja que pedía un toque de retirada desde antes que comenzara y, sobretodo, unas cañas con familia cosanguínea cada vez más endeble. Por menos de nada se han concedido medallas seguro. Y ahora uno duda entre seguir resistiendo o cambiar la posición. Es complejo elaborar una estrategia, más cuando las hordas navideñas asolan cada vez con menos ímpetu, pero cuando un enemigo flojea otro más poderoso se alza siempre en el horizonte y es en esa exigua transición entre desmorone de un ejército y forja del siguiente cuando hay que tomar decisiones, cuando se impone diseñar el plano que dé respuesta a la eterna pregunta del "¿y ahora qué?".

Y aquí yacemos agazapados, con la guerrera del inconformismo quedo, con el subfusil de la ilusión oxidado, aguantando en la guerra perdida contra las columnas que marchan al paso que la sociedad dicta.

3 comentarios:

La Tremolina... dijo...

Yo sólo puedo decirle que Curro Londres y Nadia Miami se casan.
Como lo oye.

Txetun: dijo...

Ya lo he visto en el facebook. Ni me sorprende ni es relevante (y, francamente, tampoco espero que me inviten a la boa).

En cuanto a la conveniencia de la unión, me lo guardo para mí, pero, repito, era de esperar. ¬_¬

La Tremolina... dijo...

Yo no lo he leído en feisbuk!! ¿Por qué no lo he leído en feisbuk? ¿Por qué no se me revela vía binario como a los demás mortales?