jueves, 14 de enero de 2010

"Esto no es el Vietnam, aquí hay reglas"

... le espetaba Walter Sobchak a Smokey con una pipa en la mano al tiempo que le encomendaba a apuntarse un cero. Hablo de un momento álgido del jodido Gran Lebowski (una de mis pelis preferidas), momento inspirador que dan ganas de reproducir muchas veces en muchas ocasiones. Ayer mismo salí de la txetcueva para ir a correos a enviar unos documentos super-secretos. De vuelta a casa prometí a la doña pasar por el super y comprar el pan. A las 12 una jornada lluviosa el supermercado Día de Sor Valentina Mirón (el único Día en la tierra que conozco donde las cajeras no son bordes) puede ser un lugar concurrido. Allí estábamos todos guardando una línea en la única caja abierta cuando llegó una nueva cajera con las palabras mágicas: "Vayan pasando por esta caja". Dejé al tipo que iba delante mío para que se convirtiera en el primero de la nueva cola y le seguí con parsimonio pensando que sería el segundo - él llevaba cuatro artículos y además lo conocía de vista, de cuando regentaba unos recreativos donde mis amigos y yo nos pasamos media adolescencia incluidas algunas tardes de tercero de la Escuela de Idiomas, cuando una tal Inma nos tiró en el primer parcial y decidimos que era tontería ir a clase. De repente y rápida como el rayo, una mujer se coló entre medias y pasó a ocupar la segunda posición. Sorprendentemente esta vez no se trataba de una señora de la tercera edad. No. La advenediza pertenecía al colectivo genérico "inmigrantes" y concretando un poco más "latinoamericano" (y aquí es cuando este post empieza a bordear el racismo, así que habrá que andar con pies de plomo).



Cuando vivía en Toronto, en el planta inferior de nuestra oficina había una compañía de importaciones monstruosa llamada The Food Company. Gracias al tratado de libre comercio y a los diferentes acuerdos económicos que Canadá tiene suscritos con países de centroamérica, en esa planta trabajaban (y supongo que siguen trabajando) muchos hispanohablantes. Una trabajadora de la citada compañía, originaria de la República Dominicana, nos tenía fichados a mi compañero JC y a mí y siempre que nos veía nos soltaba la chapa sobre que nuestros antepasados habían ido a latinoamérica a esquilmar los recursos y bla, bla. A la tipa no le faltaba razón, supongo, pero coño, que bastante tiene uno con lo suyo como para cargar, encima, con lo de sus antepasados que, para colmo, seguro que eran los primos hermanos de los suyos. Sin entrar a valorar la parte de culpa que los distintos gobiernos alejados ya del colonialismo español y su particular forma de entender el gobierno (esto es, llenándose los bolsillos) tienen en la situación actual de muchos países de latinoamérica, cada vez que veía a la mujer esa me mordía la lengua por respeto y educación; además la vieja solo lo hacía por joder, sin acritud de por medio, lo cual representa un fin muy loable.

Esa imagen que acabo de describir saltó ayer en mi cabeza mientras contemplaba como la tipa me usurpaba el segundo puesto en la nueva cola merced a una supervelocidad quizá desarrollada gracias a las virtudes del mestizaje. Al mismo tiempo, mi Walter Sobchak personal se aparecía en el hombro y me increpaba para que dijera algo a esa "pobre mujer". Las palabras que Walter dictaba a mi conciencia eran las siguientes: "Estos INMIGRANTES no paran de decirnos que cuando fuimos allá masacramos a los indígenas de las tierras, les robamos sus riquezas... ¿Les echamos nosotros en cara que ellos vienen a nuestro país para colarse en nuestras narices?". En lugar de saltar, saqué al pacifista que llevo dentro, conté los artículos que llevaba la "pobre mujer" y me callé la boca. Total, no tenía prisa.

"Nota.- Walter, no puedes hacer eso. Esos tíos son como yo, son pacifistas. Smokey fue objetor de conciencia.
Walter.- ¿Sabes, Nota? A mi también me tentó el pacifismo. No en Vietnam, por supuesto.
Nota.- Y además, Smokey tiene problemas mentales.
Walter.- Quieres decir... ¿aparte del pacifismo? No sabía yo eso"

1 comentario:

La Tremolina... dijo...

Mal. Muy mal. Probablemente la tipa no se acordaba de tus antepasados para nada. Ni de los suyos.

La tía le echó jeta (o costumbre) y punto.

(Yo es que lo lametno pero lo del melting pot ya me pilla trasnochao)